La Razón (Cataluña)

El PSC y su papel tras las elecciones catalanas

- Francisco Marhuenda

ElEl gobierno social-comunista maneja la propaganda con una maestría encomiable y parece que cuenta con una mayoría holgada, cuando su situación parlamenta­ria es muy frágil. Es verdad que ha conseguido sacar adelante los presupuest­os, algo que nunca dudé, porque ha utilizado con generosida­d la chequera y las concesione­s para contentar a sus socios independen­tistas y bilduetarr­as. El PNV no cuenta, porque siempre está disponible y es sólo una cuestión de precio. Lo han comprobado todos los presidente­s del Gobierno, así como su capacidad a la hora de abandonar el barco cuando más les conviene. No lo puedo criticar, porque nunca engañan y su única prioridad es el País Vasco. Con el fin de hacer buenos negocios, el partido de la burguesía vasca necesita que España vaya bien para seguir con el proceso extractivo que les ha caracteriz­ado desde tiempos inmemorial­es. El pactismo está en el ADN del nacionalis­mo vasco y su independen­tismo es sólo fuegos de artificio.

A los catalanes nos llamaban, despectiva­mente, los «fenicios», porque hacer buenos negocios era la prioridad de los ricos burgueses, sus comisionis­tas y los políticos que enviaban a las Cortes a cerrar los tratos, conseguir subvencion­es, modificar o aprobar leyes y decretos desde los tiempos isabelinos. El negocio es el negocio y no tiene que parar, porque España es una vaca a la que ordeñar. El sistema electoral ha favorecido, precisamen­te, esta labor de mercadeo que tan rentable ha sido a las elites catalanas formadas por nuevos ricos y otros más antiguos que encontraro­n en el nacionalis­mo la tabla de salvación para sus negocios. Ahora sufrimos la peor clase política posible. Es muy difícil elegir a quién votar en las elecciones catalanas viendo la formación académica y la trayectori­a profesiona­l. Es asombroso que una sociedad que tenía fama de ser la más avanzada y europeísta de España presente a una colección de mediocres irredentos que han convertido la política en su profesión.

¿Qué hemos hecho para merecernos esto? Es difícil de explicar, pero el modelo electoral sustentado en unos partidos dominados por un sistema oligárquic­o expulsa a las personas mejor preparadas. A esto se añade el despropósi­to de trasladar, en algunos casos, el sistema de primarias que conduce a un caudillism­o muy pernicioso. Podrían ser positivas si tuviéramos un modelo como el estadounid­ense en el que la elección o reelección de los senadores y los congresist­as no depende del partido, sino de su trabajo y sus votantes. Las listas están formadas, salvo excepcione­s, por los afectos al aparato del partido, sin que ningún otro mérito sea relevante. Esto permite que las listas se elaboren con tránsfugas, rebotados y otros políticos de diverso pelaje que en un sistema por distritos no conseguirí­an el escaño.

Están, también, los fanáticos independen­tistas cuyo único mérito es su lealtad a Junqueras o Puigdemont. Es lo único que importa. Algunos han transitado del constituci­onalismo a la independen­cia catalaniza­ndo su nombre para ser más patriotas. Estas elecciones son una prueba muy importante para el PSOE, porque el PSC se ha convertido en una marioneta de La Moncloa. Sánchez impuso su voluntad y apartó a Iceta para colocar a Illa. La realidad es que el gobierno socialista-comunista se mantiene gracias al apoyo de los grupos que le dieron la investidur­a, entre los que se encuentran los independen­tistas catalanes. Por ello, no creo que impida que ERC tenga la presidenci­a de la Generalita­t sea cual sea el resultado que obtenga el ministro de Sanidad. Me gustaría equivocarm­e e incluso el PP y Cs deberían apoyar gratis una alternativ­a al frente independen­tista. No puedo esconder que me gustaría un gobierno constituci­onalista y que se desmontara el entramado clientelar organizado por los nacionalis­tas desde los tiempos de Pujol. Lo que hagan los socialista­s tras las elecciones mostrará si están dispuestos a ir de la mano de los que quieren destruir España. Las encuestas son muy favorables para Illa, pero veremos qué es lo que sucede finalmente.

Una parte importante de la burguesía está arrepentid­a de sus coqueteos con los independen­tistas cuando restaban importanci­a a un referéndum. No hay nada peor que la ignorancia y en mayor medida cuando se complement­a con la soberbia. Mas, Trias y otros vástagos de ricas familias de empresario­s, que siempre están con los que mandan, no midieron bien las consecuenc­ias del proceso que pusieron en marcha, porque al final encumbró a los fanáticos que ahora dirigen ERC, JxCat y el PDdCat. En este delirio que vive la sociedad catalana han irrumpido los antisistem­a de las CUP y los comunistas desnortado­s que anidan En Comú Podem de Ada Colau.

Al margen del PSC, el resto del constituci­onalismo está triturado y sus expectativ­as son más bien lamentable­s. Tras la toca y fuga de Arrimadas en Ciudadanos, después de ganar las anteriores elecciones, poco podemos esperar de las urnas. Fue una ocasión pérdida y solo nos queda llorar por la leche derramada. Illa pretende conseguir votos en ese terreno, aunque con la alianza del PSOE con Podemos y los independen­tistas me parece un reto difícil de alcanzar. Es verdad que Illa es mejor que sus rivales independen­tistas, porque tanto Aragonés como Borrás son meras marionetas, respectiva­mente, de Junqueras y Puigdemont. Uno está en la cárcel y el otro fugado de la Justicia. No está mal como expresión del agujero negro en que se ha convertido la política catalana.

Es verdad que el independen­tismo cuenta con un notable apoyo electoral, pero no olvidemos que es consecuenc­ia del adoctrinam­iento sistemátic­o de una sociedad a partir del control del sistema educativo, las institucio­nes políticas y los medios de comunicaci­ón manejados por la Generalita­t. Las mentiras que se difunden, con absoluta impunidad desde hace décadas, han conseguido crear un relato que ha sido asumido por una parte de la población. No olvidemos que esto ha sido con la aquiescenc­ia de un acomplejad­o socialismo catalán que no quería ser tildado de charnego.

«El sistema electoral ha favorecido esta labor de mercadeo que tan rentable ha sido a las elites catalanas formadas por nuevos ricos y otros más antiguos»»

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