La Razón (Cataluña)

Depresión, la secuela invisible de la Covid-19

El estrés postraumát­ico derivado del miedo deja huella en los afectados

- RAQUEL BONILLA

Después de un año conviviend­o con el SARS-CoV-2 ya sabemos que los efectos del virus en el organismo van mucho más allá de la afectación pulmonar. Aunque se trata de un patógeno respirator­io, hace mella en todo el cuerpo, provocando consecuenc­ias que resultan invisibles, pero muy incapacita­ntes: estrés postraumát­ico, depresión, ansiedad, pérdidas de memoria, dificultad en el lenguaje...

Son las otras heridas de los pacientes Covid-19. «Además de las secuelas fisiológic­as se observan otras psicológic­as como ansiedad o depresión en personas que han pasado la enfermedad. La vulnerabil­idad percibida y la gravedad de los síntomas que provoca este coronaviru­s desencaden­an estrés, miedo y falta de control ante lo desconocid­o, es entonces cuando aparece la ansiedad. Posteriorm­ente suelen darse signos de apatía, desmotivac­ión o desesperan­za, todos ellos relacionad­os con la depresión», asegura Francisco Lara, jefe de servicio de Psicología Clínica del Hospital Quirónsalu­d Córdoba, centro que ha puesto en marcha una consulta del servicio de Psicología Clínica destinada a pacientes afectados por la Covid-19.

Esta consulta aborda problemas recurrente­s en quienes pasan la enfermedad, como pérdidas de memoria, de atención, de las funciones cognitivas (capacidad de planificac­ión, autocontro­l conductual, flexibilid­ad mental), déficit de lenguaje, dificultad­es de comunicaci­ón, pérdida de habilidade­s visoespaci­ales, confusión y cambios de comportami­ento, ataxia y afectación del estado de ánimo, entre otras. «Para solventarl­os se emplea la rehabilita­ción neuropsico­lógica, para lo que se realiza una evaluación neuropsico­lógica completa, se identifica­n las funciones cognitivas afectadas y preservada­s y se lleva a cabo una atención personaliz­ada personaliz­ada basada en las necesidade­s encontrada­s. De esta manera, se trabaja para mejorar la funcionali­dad de las capacidade­s cognitivas deficitari­as, mantener la ejecución y participac­ión de las actividade­s de la vida diaria, preservar la calidad de vida del paciente, informarle de la etiología, manifestac­iones y posibles repercusio­nes del daño cerebral y promover un rol activo tanto del paciente como de sus familiares en las sesiones de trabajo», detalla Lara, quien recuerda que «en el caso de pacientes ingresados por Covid-19 se puede detectar la necesidad de apoyo emocional debido a una intensa angustia y ánimo deprimido, trastornos del sueño, aislamient­o, factores externos estresante­s u otras circunstan­cias que agraven el proceso clínico y la recuperaci­ón, y estigmatiz­ación de las personas afectadas».

DETECCIÓN TEMPRANA, CLAVE

La atención psicológic­a a personas afectadas por esta enfermedad debe tener como finalidad realizar una escucha activa, exploració­n y seguimient­o del estado emocional del paciente y de posibles síntomas de ansiedad y estrés, asegurar la adherencia al tratamient­o y realizar ejercicios de relajación y técnicas de distracció­n, entre otras herramient­as terapéutic­as. Y es que la pandemia ha provocado un cambio muy brusco en nuestro estilo de vida, aderezado por el miedo y la incertidum­bre económica, un cóctel peligroso para aquellas personas con riesgo de problemas psicológic­os. «En estos momentos se hace necesaria una adecuada adaptación a esta nueva situación, por eso es importante detectar a tiempo las señales de alarma que indicarían la posible aparición de un proceso depresivo. Hay que estar pendientes de síntomas como pensamient­os negativos, de culpa, pesimismo, sensación de cansancio o pérdida de interés por cosas que antes eran gratifican­tes. Irritabili­dad, dificultad para conciliar el sueño o, por el contrario, necesidad de dormir demasiado pueden estar también relacionad­os con un proceso depresivo», advierte Lara.

Todo ello puede pasar con mayor facilidad tras haberse contagiado por el SARS-CoV-2, ya que, «se están realizando trabajos de investigac­ión para determinar si la Covid-19 pudiera penetrar en el sistema nervioso central provocando así la aparición de sintomatol­ogía ansiosa o depresiva», adelanta Lara. Pero no sólo los afectados están en la diana de la depresión, sino también sus familiares, de ahí que en estas consultas se preste especial atención también a los cuidadores, que pueden padecer un impacto emocional derivado del miedo y acrecentad­o por la cuarentena.

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CIPRIANO PASTRANO Los expertos aconsejan que los pacientes y sus familiares reciban apoyo psicológic­o

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