Portugal corona a Rebelo de Sousa
En los comicios más atípicos con el país confinado y un pico de contagios, el presidente conservador logra la reelección y consigue parar la amenaza de los ultras de Ventura
Portugal, que está confinado desde el pasado 15 de enero, eligió ayer a su presidente en los comicios más atípicos de su democracia. Cercados por los récords de la pandemia, que está siendo devastadora para el país en su tercera ola, la abstención fue la gran protagonista, llegando a suponer entre un 50% y 55%, según las primeras proyecciones de la cadena de televisión pública RTP. Una circunstancia que tuvo en un suspiro los resultados del que era el claro favorito, Marcelo Rebelo de Sousa, de centroderecha, que pese a todo cumple los pronósticos y consigue otros cinco años con el 64% de los votos, según los primeros datos provisionales del escrutinio.
No ha sido fácil para Rebelo de Sousa, que durante meses contaba con sondeos que le prometían más del 60% de los votos y que en vísperas de que se abrieran las urnas veía como sus principales electores, el arco de derecha y centroderecha, perdían interés y anunciaban pocas ganas de acudir acudir a los colegios electorales. Mientras, ascendía el candidato de extrema derecha, André Ventura, un simple comentarista deportivo hasta 2019 pero que este domingo ha peleado por la tercera y hasta segunda posición, quedando finalmente en segundo lugar con entre el 8 y 12% de los votos y demostrando que la ultraderecha es ya un actor de primera línea en Portugal. Son las dos imágenes más destacadas de una jornada electoral sin precedentes, que nunca tuvieron un plan B para ser reprogramadas. Y es que el presidente de la República es un cargo demasiado importante como para dejarlo en la incertidumbre: es él quien debe declarar el Estado de emergencia, una cuestión vital en un país que es, actualmente, líder mundial en fallecimientos y contagios por millón de habitantes. Con la amenaza de la covid disparada, en gran parte por la variante británica, que ya supone el 20% de los casos nuevos, en parte por el relajamiento de las medidas que los portugueses tuvieron en Navidad, Portugal ha reorganizado estos comicios permitiendo el voto en curiosos lugares.
En un intento por evitar aglomeraciones, las mesas de voto se han repartido en esta ocasión no solo en colegios electorales, sino en aduanas, universidades y hasta concesionarios, donde la afluencia ha sido muy escasa. Era esperado desde hacía días, con pronósticos que daban una histórica abstención del 70% y que llevaron incluso al presidente del Parlamento, Eduardo Ferro Rodrigues, ha lanzar un llamamiento para que los portugueses fuesen a votar. A los más de 10 millones de electores lusos se les ha intentado convencer con carteles en el metro y todo tipo de spots que insistían en un mensaje: «votar es seguro», al tiempo que se les pedía que llevasen de casa su propio bolígrafo para reducir elementos de contacto.
Pero el país no se la jugó todo al domingo electoral. Reformas extraordinarias fueron realizadas para facilitar el voto anticipado, que solicitaron el récord de más 246.000 portugueses -en las últimas elecciones, las legislativas de 2019, lo pidieron algo más de 56.000 personas-. El voto anticipado sirvió también para aquellos que tuvieron que confinarse y entraron en el plazo previsto para notificarlo, más de diez días antes de que abriesen las urnas, que fueron llevadas a sus casas por equipos ataviados con rigurosos EPIs. La medida, sin embargo, dejó fuera a los confinados más tarde: más de 60.000 personas no han podido ejercer su derecho a votar. Las otras excepciones fueron para los mayores en residencias de ancianos, a los que también se acercaron las urnas para garantizar su seguridad. En este escenario, Marcelo Rebelo de Sousa se impone con un mensaje de continuidad de su primer mandato, marcado por la buena sintonía con el Gobierno, liderado por el socialista António Costa, al que sin embargo ha criticado cuando ha considerado oportuno, llegando incluso a abrir fuertes crisis frente a la opinión pública.
Pero siendo su victoria esperada, la atención se la ha llevado el candidato de extrema derecha. Su imparable ascenso se apoya en los descontentos con la política lusa, y con su gestión de la crisis del coronavirus, que ha golpeado con toda su dureza en esta tercera ola. Con ataques a la etnia gitana, propuestas para implementar la castración química a pedófilos, reducir el número de diputados y ampliar los poderes del presidente, ha tenido una omnipresencia en los medios de comunicación portugueses durante la campaña, en la que se ha dedicado a la confrontación e incluso el insulto de sus oponentes.
Aunque había siete candidatos, solo tres contaban con todos los focos: Rebelo de Sousa, Ventura, y AnaGomes,exeurodiputadasocialista que no estaba respaldada por su partido -Costa ha dejado claro que prefiere al actual presidente- y amenaza con declarar un pulso al primer ministro tras lograr el entre el 13% y el 16% de los votos y pelear con Ventura por la segunda posición. Los restantes candidatos, Marisa Matias, del Bloco de Esquerda; el comunista João Ferreira y el liberal Tiago Mayan no llegan al 4% de votos.
La abstención rondó entre el 50 y 55% y benefició al partido populista Chega que recoge el voto de los descontentos