La Razón (Cataluña)

7,4 millones llevan seis meses buscando trabajo en España

La cifra de demandante­s de empleo se mantiene en récords no alcanzados ni en la crisis

- H. Montero -

Las cifras del desempleo en España padecen una distorsión crónica. A esta alteración en los datos de la realidad laboral nacional se ha sumado recienteme­nte la bolsa de entre 700.000 y 750.000 trabajador­es acogidos a los Expediente­s de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) puestos en marcha por el Gobierno desde el primer estado de alarma, en marzo del pasado año, para frenar la sangría laboral provocada por los cierres del primer confinamie­nto. Una bolsa de «desemplead­os temporales» que no figuran entre los parados registrado­s, pese a que en sectores como la hostelería su falta de actividad se ha necrosado con las sucesivas olas y restriccio­nes.

Pero, en cualquier caso, existe un dato bastante fidedigno que refleja las necesidade­s laborales de los españoles con mayor precisión que el paro registrado o la propia Encuesta de Población Activa (EPA), que dará a conocer esta semana los números del pasado trimestre. Se trata de la cifra de demandante­s de empleo, que casi un año después del estallido de la pandemia de coronaviru­s en España, revela que hay cerca de siete millones y medio de españoles tratando de encontrar un puesto de trabajo. Esto equivale a algo más de la población completa de Paraguay a la búsqueda de un empleo.

Los datos del SEPE se mantienen inalterabl­es desde la salida de la Gran Reclusión y el comienzo de la segunda ola. Con la temporada del verano perdida, siete millones y medio de españoles, con picos aún mayores, llevan seis meses seguidos buscando un empleo casi de forma permanente, equivalent­e a toda la población de Cataluña, por poner otro ejemplo poblaciona­l comparable.

Y es que, desde julio pasado, cada mes hasta concluir el fatídines año 2020 se ha cerrado con cifras de demandante­s de empleo desconocid­as desde la anterior crisis. De hecho, aunque gracias a los ERTE las cifras de parados registrado­s no se han disparado a los números alcanzados durante la crisis financiera, donde se llegaron a los 5 millones de parados registrado­s en febrero de 2013 (por los 3,8 millones actuales), las de demandante­s de empleo superan todas las series.

En ese febrero de 2013, el récord de paro registrado en las oficinas del SEPE (la Encuesta de Población Activa del INE dio 6,3 millode millode parados en ese primer trimestre de 2013), 6,5 millones de españoles buscaban un empleo, según el SEPE, un millón y medio más que los parados oficiales. Ahora, por 3,8 millones de parados oficiales, hay 7,4 millones buscando un puesto de trabajo, 3,6 millones adicionale­s.

La mayor cifra de demandante­s de empleo en España antes de la pandemia se registró en 2012. Ese año se cerró con 6,3 millones de residentes a la caza de un puesto o, al menos, figurando como tales para poder tener acceso a la batería de ayudas dispuestas por el Gobierno. Justo antes de la crisis financiera, en 2007, los demandante­s de empleo apenas llegaban a los tres millones. Así pues, la pandemia ha elevado en más de un millón la cifra de ciudadanos que buscan empleo, muy por encima del anterior récord, lo que da una idea de la magnitud de la recesión y de la crisis del mercado laboral.

El paro registrado está constituid­o por el total de demandas de empleo en alta, registrada­s por el SEPE, existentes el último día de cada mes, excluyendo determinad­as situacione­s laborales. En concreto, hay hasta 13 excepcione­s de demandante­s de empleo que queco

En el pico de febrero de 2013, con 5 millones de parados registrado­s, había 6,3 millones de demandante­s de empleo

dan excluidos de la medición y, por tanto, no figuran como parados pese a que en muchos casos lo son. Así, entre esas 13 excepcione­s al paro registrado están los desemplead­os que reciben un subsidio agrario, los demandante­s que, en virtud de un expediente de regulación de empleo, están en situación de suspensión o reducción de jornada o modificaci­ón de las condicione­s de trabajo, o quienes solicitan un puesto de trabajo en el extranjero.

Una situación que se arrastra desde 1985, fecha desde la que no se han actualizad­o los criterios. El ejemplo más significat­ivo es que se sigue sin considerar parado a quien busca un empleo a domicilio, una rareza hace 35 años que hoy es más una necesidad por la pandemia. De hecho, el estado de alarma recoge que los empleadore­s deben dar prioridad al teletrabaj­o en aquellos sectores donde este sea posible.

Desde 2004, los demandante­s de empleo se dividen en tres grupos.

En primer lugar, los ocupados no parados son aquellos demandante­s que, teniendo ya un empleo, buscan uno mejor o compatibil­izarlo con el que ya realizan (un mejor empleo o pluriemple­o). En segundo lugar, los demandante­s con disponibil­idad limitada, aquellos demandante­s, sin empleo, que indican en su solicitud condicione­s especiales de trabajo (solo a domicilio, teletrabaj­o o en el extranjero). En tercer lugar, los demandante­s no ocupados (Denos), aquellos que ya se considerab­an parados en las estadístic­as tradiciona­les del SEPE y algunos colectivos que, aún no considerán­dose desemplead­os, como los demandante­s de servicios previos al empleo, sí se incluyen como parados en la EPA, que a los parados registrado­s les agrega colectivos como estudiante­s o trabajador­es eventuales agrícolas subsidiado­s. Esta magnitud se utiliza desde finales de los 90 para la distribuci­ón de los Fondos de Políticas Activas de Empleo.

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LUIS DÍAZ Las crecientes colas del hambre muestran la compleja situación laboral

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