La Razón (Cataluña)

LA LLAMA ARDE EN LAS MONTAÑAS NEVADAS

LOS SEGUNDOS JUEGOS DE PARÍS FUERON LA PALANCA CON LA QUE COUBERTIN ACTIVÓ LA INCLUSIÓN DE LOS DEPORTES INVERNALES

- POR LUCAS HAURIE

LosLos Juegos de la VII Olimpiada de la era moderna, Amberes 1920, supusieron la primera gran revolución en el invento de Pierre de Coubertin. El barón, superado el trauma de la I Guerra Mundial, se había imbuido de la cultura de masas propia del siglo XX y quiso organizar un evento apabullant­e. En el puerto neerlandés, se estrenó el símbolo de la bandera de los cinco aros y se añadieron al programa dos disciplina­s de gran popularida­d, el patinaje artístico y el hockey sobre hielo, que fueron un éxito total. Los siguientes

Juegos, en París, habrían de ser todavía más grandiosos.

Así nació la idea de organizar, a comienzos del año olímpico, unos Juegos a pequeña escala en los que tuvieran cabida los deportes invernales. La estación elegida, en vista de que el Comité Olímpico Francés era el responsabl­e de la organizaci­ón de los Juegos de 1924, fue el pueblo alpino de Chamonix, en la vertiente gala del Mont Blanc.

Los dos representa­ntes franceses ante el COI, el conde de Clary y el marqués de Polignac, hubieron de doblegar la resistenci­a de

las naciones escandinav­as que, desde 1901, venían celebrando con carácter bienal unos llamados Juegos Nórdicos. Al final, la fuerza diplomátic­a del movimiento olímpico se impuso y los I Juegos Olímpicos invernales se inauguraro­n con 258 atletas representa­ndo a dieciséis naciones. El estadounid­ense Charles Jewtraw se convirtió, al día siguiente de la ceremonia inaugural, en el primer medallista de oro al romper los pronóstico­s ganando los 500 metros contrarrel­oj en patinaje de velocidad.

El programa de estos Juegos de Chamonix-Mont Blanc comprendía nueve deportes que un siglo después siguen constituye­ndo la base de los Juegos Olímpicos invernales: patinaje artístico, hockey, curling, esquí de fondo, patinaje de velocidad, saltos, biatlón, bobsleigh y combinada nórdica.

El esquí alpino no hizo su aparición hasta 1936, cuando la Alemania nazi organizó los Juegos en Berlín y Garmisch, pero apenas se han añadido desde entonces cinco modalidade­s hasta alcanzar las quince que tendrán cabida en Pekín 2022. Como no podía ser de otra manera los países nórdicos se distinguie­ron: Noruega encabezó el medallero con 17 preseas y el velocista finés Clas Thunberg fue la gran estrella al colgarse cinco medallas, tres de oro.

Los Juegos invernales fueron, en cierto modo, el pariente pobre de la familia olímpica durante siete decenios, hasta la gran reforma que impulsó –otra más– Juan Antonio Samaranch. Para dar realce a esta versión blanca del sueño de Coubertin, el dirigente catalán desligó a partir de 1992 el calendario, de modo que todos los años pares habría Juegos Olímpicos, en verano los bisiestos y en invierno los otros. La XXV Olimpiada, culminada en Barcelona y Albertvill­e, de nuevo a la cuna de los Alpes franceses, fue la última que se cerró con un 1992 doblemente olímpico. En 1994, la nueva era dio comienzo en la pequeña ciudad noruega de Lillehamme­r.

No puede decirse que el deporte español haya pesado mucho en los Juegos de Invierno. Presente en todas las ediciones desde 1936, los atletas españoles se han subido en cuatro ocasiones al podio, dos de ellas en Pyeongchan­g 2018, lo que permite aventurar un tímido despegue de las disciplina­s blancas. Hasta el pasado ciclo, sólo la familia Fernández Ochoa –oro de Paco en en el eslalon de Sapporo 72 y bronce de Blanca en la misma prueba veinte años después– habían hecho que se izase la bandera rojigualda en un mástil olímpico invernal. Hace tres años, en Corea, la cosecha se dobló con otras dos terceras plazas, la de Javier Fernández en patinaje artístico y la de Regino Hernández en el campo a través sobre tabla.

En 2002, en el estado mormón de Utah, los Juegos de Salt Lake City presenciar­on uno de los mayores oprobios del deporte español, cuando el fondista de origen alemán Johann Mühlegg tuvo que devolver las tres medallas de oro que había ganado bajo el pabellón nacional. Iba dopado hasta las cejas...

El COI doblegó el rechazo de los escandinav­os, que tenían sus Juegos Nórdicos

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Hockey sobre hielo en los primeros Juegos Olímpicos de Invierno

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