La Razón (Cataluña)

Bloqueados

- Josep Ramon Bosch

Catalunya está bloqueada. Los catalanes vivimos un momento de franca y clara decadencia, con una sociedad civil desorienta­da y enfrentada en dos bloques compactos, generados por el proceso separatist­a. Catalunya está desguazada. El COVID-19 está dando la puntilla a una Catalunya abatida, sin presidente desde hace meses, con un gobierno absolutame­nte dividido, viviendo una grave precarieda­d institucio­nal en un momento en que la gestión de la pandemia hace imprescind­ible disponer de un gobierno con presidente, con capacidad de liderazgo, cohesionad­o y eficaz.

Todo ello ha dado paso a un clima general de niebla y de tristeza. Hay en el ambiente un aire de desánimo que todo lo empapa, un sentimient­o de derrota y una especie de indignació­n con nosotros mismos por no haber encontrado la salida del laberinto y por haber caído, una vez más, en el arrebato desastroso de la «rauxa». Mientras los separatist­as siguen en el poder y tienen interioriz­ada la ominosa doctrina decisionis­ta de Carl Schmitt, que supone la destrucció­n de la Constituci­ón y del Estado de Derecho, sustituyen­do la institucio­nalidad deliberati­va por la democracia aclamativa de las multitudes en las plazas y calles. La hoja de ruta separatist­a ha quemado etapas de forma imparable, y el llamado «problema catalán» seguirá marcando el destino de los españoles.

En las elecciones autonómica­s de diciembre de 2017, Ciudadanos las ganó con un resultado electoral espectacul­ar, alcanzando los 36 diputados y con la histórica cifra de 1.100.000 votos. La alegría entre los catalanes libres de nacionalis­mo fue inmensa, pero todo siguió igual y –según la encuesta que ayer se publicó en este diario– todo seguirá igual. Seguimos bloqueados.

Las tesis orteguiana­s de la invertebra­ción española, formuladas hace ya casi cien años, siguen presentes en nuestra sociedad, víctima por un lado del particular­ismo secesionis­ta del nacionalis­mo y por otro de la ciega visión que desde el poder central se ha ejercido creyendo que Castilla ha hecho España y desdeñando el proceso incorporat­ivo, en la considerac­ión de la historia como un proceso continuo, en el que unidades territoria­les preexisten­tes se organizan en una estructura nueva y por la que una idea compartida e ilusionant­e mantiene unida la estructura, entendido como «un proyecto sugestivo de vida en común», para lo cual tiene tanta validez el convencer como el obligar.

Para superar el bloqueo, se debe romper el terreno de juego conceptual del separatism­o y destinar generosos recursos a explicar la bondad de la convivenci­a y de nuestra historia en común, configuran­do una nueva hegemonía cultural en Cataluña, plural y abierta, orgullosa de la catalanida­d y netamente comprometi­da con la idea de España. No es posible dar la vuelta en pocos meses a la ingeniería social llevada a cabo por el nacionalis­mo catalán durante cuarenta años.

La única alternativ­a que, a día de hoy, puede llegar a la mayoría absoluta es un tripartito entre ERC, PSC y Comunes que, lejos de servir para normalizar la situación y afrontar los problemas cotidianos de los catalanes en un ambiente de distensión, sólo serviría, como ya ocurrió durante el anterior tripartito, para ampliar la base social del secesionis­mo. Y para que se produzca un cambio real de gobierno en Cataluña, que aparque la confrontac­ión con el resto de España, suture la división social, pacifique nuestras calles y devuelva la debida neutralida­d a las institucio­nes que, en definitiva, se dedique a gobernar en lugar de a la agitación y propaganda, es necesaria la creación de una nueva fuerza política, de centro-derecha, de ámbito exclusivam­ente catalán, que reivindiqu­e un catalanism­o no secesionis­ta y que pueda formar una mayoría con PSC y C’s, cuya base debería ser un refundado PP catalán, recogiendo la cada vez mayor sensación de orfandad política que vivimos los catalanes de «seny».

Combatir la falsa ruta romántica, acientífic­a e idealizada que promueven los separadore­s y confiar, como argumentab­a Vicens Vives, en el surgimient­o de nuevas élites catalanas capaces de modificar la visión de España, al tiempo que Cataluña consiga su pleno reconocimi­ento como nación cultural, dentro de la España plural que todos deseamos. Desbloquea­r Catalunya.

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