La UE no se atreve con Putin
Bruselas demanda la liberación del opositor Navalni, pero duda sobre la imposición de nuevas sanciones a Rusia. Borrell defiende su viaje a Moscú previsto para febrero
Los 27 siguen deshojando la margarita sobre si estrechar el cerco contra la Rusia de Vladimir Putin. Los ministros de Exteriores de la UE reunidos ayer en la capital comunitaria prefieren seguir esperando antes de imponer una nueva batería de castigos por la detención en Moscú del disidente Alexei Navalni. Los mensajes de los ministros europeos a favor de la liberación inmediata del opositor fueron una constante en el encuentro de ayer, pero las diferentes sensibilidades a la hora de relacionarse con Rusia hacen, por ahora, que sea imposible tomar decisiones de mayor calado.
Navalni fue detenido el 17 de enero tras aterrizar en Moscú, cinco meses después de haber sido envenenado con un agente nervioso y de haber sobrevivido a este ataque casi de manera milagrosa. El activista siempre ha mantenido que el Kremlin fue el responsable de este intento de asesinato, aunque Moscú siempre lo ha negado. Diversas investigaciones han señalado que Navalni fue envenenado con el agente nervioso Novichok, también empleado para atacar en Salisbury (Reino Unido), al ex espía ruso Sergei Skripal y a su hija en 2018. No hay dudas de que esta sustancia fue desarrollada durante los años 70 y 80 en la extinta URSS dentro de un programa militar bautizado con el nombre en clave de «Foliant».
Tras conocerse estos hechos, los países europeos sancionaron en octubre a seis personas y a una entidad rusa relacionadas con este intento de asesinato. Aunque la diplomacia comunitaria se está movilizando para pedir la liberación del opositor, las cancillerías europeas vuelven a moverse con pies de plomo a la hora de medirse con un enemigo tan correoso como Vladimir Putin. Según fuente diplomáticas, los países europeos prefieren ver «cómo evoluciona la situación» antes de dar pasos en falso. Tras la detención del Navalni se han desencadenado en el país protestas en apoyo al disidente, que han sido respondidas con una oleada de detenciones que el portal OVD-info cifra en 3.296 personas.
El presidente del Consejo, Charles Michel, mantuvo una conversación telefónica el viernes con el presidente ruso que no parece haber conseguido demasiados frutos y el máximo representante de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell viajará en febrero a Rusia en una visita que se prolongará desde el 4 al 6 de febrero. Las tres repúblicas bálticas, partidarias de la mano dura con Rusia y defensoras de más sanciones –postura en la que siempre encontraban como aliado a Reino Unido, antes del Brexit– quieren que el político español cancele este viaje. «No estoy de acuerdo con que cuando las cosas están mal no se hable, es precisamente cuando más falta hace hablar», se defendió ayer Borrell. A pesar de que los países comunitarios han impuesto en los últimos años baterías de sanciones a Rusia desde la anexión ilegal de Crimea en Ucrania, nunca se han planteado incluir entre los sancionados al propio Putin, ya que esto supondría cortar de raíz cualquier posibilidad de diálogo.
Precisamente algunos países como Alemania propugnaron ayer abiertamente la necesidad de esperar a este viaje de Borrell antes de tomar algún tipo de decisión. El ministro alemán de Exteriores, Heiko Maas, defendió la visita del político español a Moscú para intentar calmar las aguas con la diplomacia rusa. En el caso de Berlín, la canciller Angela Merkel también se encuentra en el disparadero por la construcción de North Stream II, un gasoducto que conecta Alemania con Rusia a través del Mar Báltico y que siempre ha sido visto con reticencias por parte de Bruselas, ya que aumenta la dependencia de club comunitario respecto del gas ruso.
La ministra de Exteriores española, Arancha González Laya, también prefiere esperar y no tomar decisiones precipitadas. «No excluimos ninguna respuesta siempre que la discutamos», aseguró la jefa de la diplomacia española. Polonia abogó por la necesidad de intentar consensuar una posición con la nueva Administración Biden para conseguir una voz más fuerte en el tablero internacional.
Dentro de los partidarios de la mano dura con Rusia, Eslovaquia y Rumanía se unieron ayer a las tres repúblicas bálticas. «Hostigar a la oposición sólo por serlo no es democrático, tienen derechos y deben ser respetados por las autoridades. Hemos visto una actitud muy agresiva contra las manifestaciones», declaró el ministro de Exteriores rumano a su entrada a la reunión.