«HAREMOS LIMPIEZA DE ESPAÑOLES, ¡PROMETIDO!»
ElEl caso de Josep Sort i Jané es muy interesante porque es el ejemplo claro de cómo la fe en el nacionalismo puede derivar en un enfermedad mental. No es nuevo, porque en este asunto casi todo es sabido; sólo cabe sorprenderse de nuevos nuevos hallazgos en la neurología política. Para situar su caso basta decir que iba en las listas de JxCat por Barcelona para las elecciones del 14-F, aunque en el número 65, sin posibilidad de salir elegido, aunque nunca se sabe. Ayer, sin embargo, tuvo que dimitir porque era tal el cúmulo de insultos dedicados a «españolistas» de toda condición que Laura Borràs no podía atender todos los tuits. Él les llama «ñordos», que es la última aportación al léxico político nacionalista, cuyos intelectuales se han convertido en la casta más sumisa del régimen. La definición la da el diccionario: «Conjunto de excrementos, heces o materia fecal que son el conjunto de los desperdicios generalmente sólidos o líquidos producto final del proceso de la digestión». No es tan historiada como «charnego» –hasta la reivindican los que hablan de «mestizaje de culturas»–, pero sí adaptada a la estupidez transversal. El pasado mes de septiembre, Josep Sort escribió en Twitter: «Haremos limpieza de españoles, ¡prometido!», e incluyó una fotografía de la actriz Rosa María Sardà, fallecida tres meses antes. También llamó «puta» a Ada Colau. No está a la altura de Joaquin Torra en su refinamiento, pero, ambos vienen del mismo seminario. Gente como Sort sólo pueden sobrevivir en el ecosistema nacionalista porque éste funciona como una estructura de disciplina y castigo muy sutil: siempre hay que estar haciendo mérito, mirando con el rabillo del ojo al de al lado. Adolf Tobeña, catedrático de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de Barcelona, cuenta en «La pasión secesionista» el «experimento Berns» en el que un 85% de los estudiados veían determinadas figuras que se le mostraban como las veía el grupo. En su día lo dijo Julio Caro Baroja cuando le preguntaron qué haría para resolver el tema vasco: mandar un tren lleno de psiquiatras.