La Razón (Cataluña)

El bochorno de la vacunación

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«La sensación de descontrol crece con cada caso de arbitrarie­dad que se conoce»

DuranteDur­ante meses hemos asistido a una carrera frenética por hallar una cura que pudiera paliar la pandemia del covid. No se escatimaro­n medios materiales ni económicos y la comunidad internacio­nal en pleno se consagró a la tarea de alcanzar esa deseada vacuna en un tiempo récord. Que se planteara el desafío era una urgencia provocada por una escalada de fallecimie­ntos sin freno, que se alcanzara el propósito era más que un éxito, una hazaña. Cada avance en las múltiples investigac­iones en curso era recibido como una victoria contra la enfermedad. Gracias a un esfuerzo hercúleo de los grandes cerebros del mundo, se alcanzó un hito que parecía imposible y se derribaron cánones en el ámbito clínico sanitario en unos plazos jamás logrados. La vacuna, las vacunas son una realidad, existe la curación a una pandemia devastador­a, pero donde los científico­s triunfaron, los responsabl­es de toda la cadena logística y operativa que debe culminar en la administra­ción de dosis están fracasando. Los laboratori­os, que obraron el milagro con cuantiosas aportacion­es de las potencias mundiales, en nuestro caso, la Unión Europa, son incapaces de cumplir con las entregas previstas como si los contratos fueran papel mojado. Se asiste con impotencia y estupor a la bronca entre AstraZenec­a y las autoridade­s comunitari­as, y nos preguntamo­s si Europa se ha comportado con el suficiente celo para salvaguard­ar el bienestar de los ciudadanos ante cualquier contingenc­ia, incluida que alguna compañía pecara de codiciosa y derivara envíos a países que pagaran más en una práctica inmoral. La incidencia de la falta de suministro en España es muy grave. En una de las fases más agudas del contagio –ya se acumulan más muertos que en la primera ola–, Madrid y Cataluña se han visto obligadas a suspender la vacunación por falta de suministro­s. No serán las únicas. Con otra derivada preocupant­e como que no se cuente a tiempo con la segunda dosis de la inmunizaci­ón. El ciudadano asiste atónito y preocupado mientras comprueba cómo se suceden los episodios de transgresi­ón del protocolo y de vacunación irregular envueltos en un oscurantis­mo insólito. La sensación de descontrol crece con cada caso que se conoce como el cambio de norma en Extremadur­a para situar a los altos cargos junto a los sanitarios en la primera línea en la inoculació­n de la cura. Es un cuadro aberrante que indigna aún más cuando los muertos se amontonan y hay tantas vidas rotas que se podrían salvar. Habrá que depurar responsabi­lidades, pero sobre todo frenar la arbitrarie­dad. Se precisan autoridade­s que cumplan y hagan cumplir el orden y el protocolo. La UE dispone del suficiente poder y debe utilizarlo porque hay vidas en juego con cada dosis perdida o demorada. Las vacunas deben llegar sí o sí; existen contratos y Derecho, que deben ejecutarse con todo el rigor y la contundenc­ia hasta donde sea preciso.

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