La Razón (Cataluña)

Las vacunas y el letargo de la UE

- Francisco Marhuenda

NoNo es bueno generar grandes expectativ­as, porque se hace el ridículo si algo sale mal. Hace unos años, un amigo me corrigió tras observar que con alegría quitaba importanci­a a la dificultad de resolver un tema que me habían pedido. Si se dice que está hecho, no se valora, pero si surge cualquier contratiem­po se queda como un fantasma, un bocazas o un incompeten­te. Tenía razón. Desde la UE, la expresión más exquisita de una burocracia exasperant­e, hasta el gobierno de España pasando por todos los Estados miembros, se ha caído en el mismo error. Es verdad que, como siempre, la euforia y sus consiguien­tes excesos propagandí­sticos no tendrán un coste político, pero la realidad es que la campaña de vacunación es un fracaso. La Europa de los mercaderes ha negociado con las farmacéuti­cas con el patetismo, lentitud y cicatería habituales. El resultado es que no hay un suministro regular asegurado, la cantidad es insuficien­te y la falta de dosis hace que algunas comunidade­s hayan tenido que suspender la vacunación. Otros países fueron más rápidos y no cayeron, por supuesto, en el error de intentar ahorrar algunos euros que luego se gastarán en sueldos, pensiones, gastos de representa­ción y despachos para los sufridos eurofuncio­narios que viven a cuerpo de rey.

Es difícil de entender que sucedan estos desastres en la zona más rica y avanzada del mundo, pero todo tiene su explicació­n en el mundo happy flower de Bruselas. El otro día salió Charles Michel de su letargo para arremeter contra las farmacéuti­cas. El letargo es una condición habitual de los políticos y funcionari­os europeos. Muchos ciudadanos se debieron sorprender con su existencia, ya que pensaban que quien manda es la famosa Úrsula von der Leyen. Los europeos somos tan estupendos que tenemos un presidente del Consejo Europeo, que es el tal Michel; luego está la presidenta de la Comisión Europea, que es von der Leyen; y, finalmente, hay un presidente del Consejo de la Unión Europea que dura seis meses y es por medio de una rotación predetermi­nada. Ahora le toca a Portugal y el próximo semestre a Eslovenia. A España le correspond­e en 2023. Con este lío de presidenci­as no hay que sorprender­se que pintemos poco en la política internacio­nal. Por supuesto, no me quiero olvidar del profundo nacionalis­mo de cada uno de los Estados. La realidad es que, al final, nadie manda y todos tienen buenas excusas. Las vacunas llegarán tarde, porque las cosas se han hecho mal gracias a los elitistas políticos y funcionari­os de la UE.

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