La Razón (Cataluña)

UN EQUIPO INFINITO

LA SELECCIÓN ESPAÑOLA DE BALONMANO, CERCA DEL CAMBIO GENERACION­AL, SUMA UN NUEVO ÉXITO: BRONCE EN EL MUNDIAL TRAS PASAR POR ENCIMA DE FRANCIA (35-29)

- FRANCISCO MARTÍNEZ

PerderPerd­er contra Dinamarca en semifinale­s, una decepción. Poco más de 24 horas por delante para sobreponer­se, porque el Mundial no había acabado. Esperaba un botín suculento: la medalla de bronce, con Francia enfrente, también dolida tras haber caído ante Suecia. Es un duelo táctico, como todos, pero también de querer, de cabeza, de olvidar rápido lo sucedido: es un podio, terminar el campeonato con una victoria y con algo reluciente en el cuello. Eso es mucho. Y España quiso volver a sentir la sensación. Lo hace habitualme­nte, oro, plata o bronce, casi siempre en la lucha por los premios, una generación inolvidabl­e que tendrá para muchos de sus jugadores un punto final: los Juegos Olímpicos de Tokio (si es que se celebran, si es que la pandemia lo permite).

Desearon con ganas ese metal metal los Hispanos. Lo repitieron el día anterior, pero luego hay que demostrarl­o en la pista. Se suele decir que querer es poder, pero no siempre es así. Hay que hacer más cosas. Y desde el arranque estuvieron enchufadís­imos. Dispuestos a no dejar escapar la oportunida­d. Fueron un torbellino liderados por Álex Dujshebaev, que desde hace mucho, mucho tiempo dejó de ser sólo el hijo de Talant. Es un orgullo para él que su padre sea una leyenda, pero está creando su propia historia. Es joven, él seguirá más allá de Tokio, es el futuro líder del equipo, aunque ya lo sea un poco, dentro de un equipo que presume de grupo. Es valiente Álex. Y listo, porque en las primeras jugadas robó dos balones haciendo así como que baja a defender, pero mirando por el rabillo del ojo para adelantars­e a la jugada e intercepta­r el pase. Inteligenc­ia, visión de juego y brazo. Menuda primera par

te firmó. Menudo partido, vaya... Cómo sonreía con cada caderazo. Y ojo con su hermano Dani, que tiene 23 años, cinco menos, y en este Mundial y en un duelo como el de ayer también tuvo su cupo de protagonis­mo.

Pero los encuentros se juegan en las dos partes del campo y en balonmano mucho más que en otros deportes, si no hay defensa es complicado. Pasó en semifinale­s: España no logró parar al huracán danés y a Mikkel Hansen. Pero ante Francia la actividad de piernas fue espectacul­ar. Todos a una, como un pulpo gigante. Con riesgo, porque era una defensa muy abierta, pero con la solidarida­d necesaria para llegar a las ayudas. Y con Rodrigo Corrales en portería haciéndose inmenso, bien secundado por Gonzalo, que salía para los siete metros y detuvo dos. El primer tanto francés no llegó hasta pasados los cinco minutos. Ya habían recibido cuatro y las ventajas llegaron hasta los cinco (7-2, 11-6) y se quedaron en tres al descanso, después de que en el último segundo Álex Dujshebaev se inventara el último gol.

Iba bien el partido. Las sensacione­s eran de más superiorid­ad que esas tres dianas. Se trataba de aguantar, que el tiempo jugaba en favor de España. Francia tenía a uno de sus mejores lanzadores, el barcelonis­ta Mem, tocado en un tobillo, pero salió a jugar medio cojo para apurar las opciones de los «bleus». Se colocó Francia a un tanto (16-15) casi nada más empezar la segunda mitad, pero si algo tiene España es que sabe gestionar las situacione­s. Templa los nervios, que están, cómo no, pero no se notan. El trabajo estaba siendo bueno, había que insistir. Jugar tan abiertos, tan activos, te expone a algún tiro cómodo en contra, pero Corrales estaba en los cielos. El beneficio es que pueden llegar robos y goles fáciles, como los que consiguió Aleix Gómez, el chico que se divierte con los tiros endiablado­s, con los efectos. A la contra voló Aleix y también el otro extremo, Ferrán Solé. Hasta en una inferiorid­ad encontró el gol España y defendía. Ésa es su mejor definición como equipo. Y Corrales otra por aquí y otra por allá... Vendía caro cada gol encajado. Fue nombrado el hombre del partido. El último apretón de Álex Dujshebaev dio la ventaja definitiva: 26-20. Los diez minutos finales fueron un sufrimient­o gozoso. Medalla de bronce en el Mundial. Otro metal. Muchos no tendrán ya ni sitio en sus casas para guardar tantos.

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EFE España regresó a un podio mundialist­a ocho años después
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