Asesinato fuera del plató televisivo
El crimen de Efraín Ruales, un popular actor y presentador de la televisión ecuatoriana, ha conmocionado el país
ElEl pasado 27 de enero Efraín Ruales, de 36 años, terminó muy temprano su habitual sesión de gimnasio junto a su novia en la ciudad de Guayaquil (Ecuador). Cada uno tomó su vehículo en dirección a sus respectivos domicilios. La urbe ya estaba en marcha y el tránsito de ciudadanos se desperezaba con las primeras horas de luz. Efraín tan sólo recorrería 600 metros. Un coche se situó en paralelo al suyo y un sicario lo acribilló. Las imágenes captadas por una cámara próxima recogieron el instante y cómo el automóvil de la víctima rodó unos metros por inercia hasta detenerse. Murió en el acto. Cuatro proyectiles impactaron sobre su costado y provocaron una fatal hemorragia interna tras reventar distintos órganos vitales. El coche de los asesinos apareció unas horas después abandonado abandonado y quemado para borrar todo indicio incriminatorio. Eran profesionales. El arma utilizada había sido usada en otras cuatro ejecuciones. Un asesinato por encargo a un sicario de probada eficiencia. Esa mañana, tras despedirse de su pareja, no se apagó una vida anónima de las tantas que se cobra la violencia en las calles de Ecuador, sino la de un personaje de enorme popularidad en el país por sus participaciones en la televisión como presentador y actor y por su intenso protagonismo digital. Efraín Ruales era uno de los rostros más carismáticos del espacio de variedades «En Contacto» de Ecuavisa. Como actor participó en numerosas series y espacios. Pero puede que la clave de su trágico final haya que buscarlo en su condición de influyente figura en las redes sociales, en las que publicaba desde «grabaciones cómicas» a comentarios de mayor enjundia como denuncias de corrupción. De hecho, la víctima había recibido varias amenazas de muerte si no frenaba en seco sus acusaciones. En este punto, hay que tener muy presente que la nación iberoamericana atraviesa un tiempo de gran tensión e irritación social y política por escándalos vinculados a irregularidades en la vacunación contra el coronavirus y la cercanía de las elecciones. El próximo 7 de febrero los ecuatorianos están llamados a elegir un nuevo presidente. Se han multiplicado las especulaciones en torno a esta muerte. Sobre su origen y la identidad del inductor, se manejan teorías para todos los gustos, pero la naturaleza política parece que cobra más peso. El expresidente y actual candidato a la Asamblea Nacional, Abdalá Bucaram, ha sido uno de los señalados en una de tantas teorías conspiratorias. Él negó los cargos y acusó al Gobierno de Quito de perpetrar un linchamiento mediático para ocultar su mala gestión en el plan para inmunizar a la población contra el covid-19. Sea como fuere, desenredar la trama no será sencillo, y puede que sea otro de esos crímenes sin resolver que se quedará arrinconado y enterrado por el paso del tiempo, pese a que hasta el propio presidente Lenín Moreno ha dado instrucciones para que «la investigación se dé con la mayor celeridad» y se ha ofrecido una recompensa de 50.000 dólares por cualquier información al respecto. Cuando los focos se apaguen y las cámaras enfoquen ya a la siguiente víctima, a Efraín Ruales tan solo lo recordarán los deudos, como su novia Ale Jaramillo, la última persona que lo vio con vida, y que lanzó una amarga pregunta al aire: «¿Qué hago ahora con nuestros sueños?».