«LOS MADRILEÑOS QUE VIVEN EN C-LM NO SON UNOS APESTADOS»
EmilianoEmiliano García Page ha encontrado en la Comunidad de Madrid el referente ideal para desviar la atención de la opinión pública ante cualquier apretura o contratiempo en la gestión de la pandemia. La región capitalina es para los socialistas, socialistas, pero no solo para ellos, el perfecto puching ball al que puedes sacudir para descargar todas las tensiones. Además, los trompazos al gobierno de Isabel Díaz Ayuso cuentan doble o triple en la tarjeta de méritos que maneja La Moncloa. La lideresa madrileña es la enemiga número uno y todo vale en esa disputa. El presidente de Castilla La Mancha ya apuntó aquello de que «un 80% de los casos de la región venía de la bomba radioactiva vírica que se plantó en Madrid» o «nos irá bien o mal en función sobre todo de lo que se controle o se descontrole Madrid». Su última invectiva se ha referido a los 100.000 madrileños que se han dado a la «fuga sanitaria» en busca de atención primaria. El presidente castellanomanchego no puede perder la templanza ni patear fantasmas en un instante especialmente crítico para su región, que no es muy diferente al de gran parte de la nación. Y menos aún culpar a un colectivo concreto de sus compatriotas, vecinos todos. No se le tenía por un nostálgico de las taifas o un devoto de las fronteras y los cordones sanitarios. Estigmatizar a las personas por razones de nacimiento o domicilio es gratis cuando se trata de madrileños, pero sería más productivo y saludable que volcara sus esfuerzos por ejemplo en abrir el nuevo y acabado hospital de Toledo, uno de los más grandes de Europa, lo que aliviaría la presión asistencial, como le piden los sanitarios. Díaz Ayuso respondió con la mesura de la que Page abominó. «Los 100.000 madrileños que viven en su región no son apestados», sino que son españoles que viven ahí; el movimiento entre provincias es lo normal». Que la presidenta madrileña marque un rumbo divergente en la lucha contra el coronavirus ha provocado alergias e intolerancia en el coro autonómico que predica el autogobierno, pero no consiente que alguien lo pueda dejar en evidencia.