Sánchez, al rescate del «efecto Illa» en la recta final
El presidente aumentará su presencia en los últimos días de campaña para sostener las opciones del PSC a la Generalitat
La encuesta de NC Report que hoy publica LA RAZÓN refleja el apretado pulso a tres (PSC, ERC y JxCAT) que se prevé en la pugna por presidir la Generalitat de Cataluña. Con el fantasma de la repetición electoral planeando incluso antes de que se celebren los comicios, todos los partidos conciben esta última semana, la recta final de la campaña, como el momento de «apretar» para conseguir desbloquear este triple empate y que la balanza se decante de su lado. Con esta vocación también la encaran en el Gobierno. Pedro Sánchez está dispuesto a emplearse a fondo para insuflar oxígeno al «efecto Illa» y que no se desinfle en los escasos metros que quedan hasta la línea de meta.
De hecho, el jefe del Ejecutivo se ha desdoblado en hasta tres actos este pasado fin de semana en Tarragona, Lérida y Gerona, y tiene previsto protagonizar dos más antes del cierre de campaña. Uno de ellos, el que tendrá lugar el próximo miércoles, no estaba siquiera dentro de los planes iniciales de Moncloa, que se han visto obligados a recalibrar la estrategia sobre la marcha, dando más protagonismo a Sánchez en campaña. «Hay que poner toda la carne en el asador», aseguran.
La «sorpresa» que supuso el anuncio de la candidatura del entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, a la Generalitat el pasado 30 de diciembre ya se ha difuminado. Así se aprecia dentro del Gobierno que prefieren no hablar de «efecto», sino de «factor Illa» para reseñar que la trascendencia del papel del PSC irá más allá de la fecha de los comicios. Desde el entorno socialista han intentado sostener en el tiempo el impulso que supuso el cartel electoral, con sucesivos anuncios que han ido trufando a lo largo de los últimos días: el fichaje del presidente de AENA, Maurici Lucena, como vicepresidente económico y consejero de Hacienda o el compromiso de bajarse el sueldo un 30% si logra ser investido presidente de la Generalitat, entre otros.
Desde el Gobierno la prioridad es crear las condiciones, un clima de opinión favorable, en la línea de las opciones reales de que Illa acabe liderando el Govern. Esta percepción la reflejan todas las encuestas, incluido el barómetro del CIS –versión normal y «flash»–, una herramienta clave para lograr aglutinar el voto constitucionalista como única alternativa al soberanista. Esta estrategia tiene un riesgo y es que la delantera que la demoscopia le otorga al ex ministro socialista acabe por movilizar al votante soberanista y para evitarlo, es clave la apelación al «voto útil» dentro de la izquierda. Sánchez lleva en este discurso desde el pasado mes de enero, una confrontación con Podemos que se ha hecho más visible a cuenta de las diferencias que existen en el seno del Ejecutivo a cuenta, entre otras cuestiones, de la Ley Trans, o del patinazo de Iglesias equiparando a Puigdemont a los exiliados republicanos del franquismo. Otro balón de oxígeno le llegará al Gobierno esta semana a cuenta del inicio del juicio de la «caja B» del PP que, unido a las revelaciones del ex tesorero Luis Bárcenas, dejan a los populares desactivados y permiten trasladar la percepción de que no hay alternativa real al Gobierno de Sánchez.
Apuesta personal
Y es que el presidente también se la juega en estas elecciones. Su liderazgo no está en duda, ni muchísimo menos, pero sí el movimiento estratégico con firma de la «fábrica Moncloa» de apartar a su ministro de Sanidad en el peor momento de la tercera ola para designarlo como candidato a la Generalitat. Desde el Ejecutivo no dudan del éxito de esta maniobra, pues entienden que, con independencia del resultado del 14-F, ya se ha colocado al PSC en la cabeza de la carrera con opciones de victoria. Una situación que hacía más de diez años que no sucedía. Además, esto ha abierto una vía alternativa a la disyuntiva soberanista, en la que se hace primar la gestión en el contexto actual de crisis sanitaria, sobre las aspiraciones separatistas.
De este modo, el propio Illa ya ha anticipado que, si tiene un resultado solvente, aunque no tengan opciones de gobernar, asumirá la responsabilidad de postularse para una investidura –aunque esté abocada a ser fallida– para acabar con el inmovilismo: obligar a los partidos a retratarse y poner en marcha el «reloj de la democracia». Sin embargo, si todo esto no da resultados, Sánchez deberá asumir el desgaste de haber primado la pugna electoral en Cataluña, sobre la gestión de la pandemia.
El triple empate con ERC y Junts obliga a Moncloa a recalibrar la estrategia y poner «toda la carne en el asador»