La pandemia afianza a Le Pen como rival de Macron
La líder ultra francesa recorta posiciones en los sondeos, que anticipan un reñido duelo por el Elíseo con el presidente en 2022
¿Y si la crisis sanitaria catapultase a Marine Le Pen al Elíseo? Aunque la cautela se imponga, ya que queda más de un año para las presidenciales en Francia, varios indicios comienzan a apuntalar esta hipótesis. El primero es la demoscopia. Varios sondeos señalan que la líder de la ultraderecha francesa no ha dejado de recortar distancias con Macron en los últimos meses. La repetición de un duelo entre ambos en segunda vuelta, tal como sucedió en 2017, es hoy en día el escenario más probable. La gran diferencia respecto a entonces es que las cosas estarían muy reñidas y la unión republicana del «todos contra Le Pen» puede haber pasado a mejor vida. Si la primera vuelta se celebrase hoy, Le Pen quedaría primera con un 26%27% de votos, frente a Macron con un 23%-24%, según una encuesta del diario «L’Opinion».
Mientras Macron tiene que hacer frente a la crisis sanitaria, Le Pen lleva meses orquestando una cuidada estrategia para limar los errores que la han apartado una y otra vez del Elíseo. Una estrategia de cara a 2022 en la que la líder del Reagrupamiento Nacional va afilando algunos puntos: su discurso sobre Europa se ha suavizado tras comprender que nunca llegará al Elíseo aplaudiendo al Brexit. Le Pen centra su renovada estrategia en dos pilares claros: criticar los puntos débiles de la gestión de la crisis del coronavirus por parte del Gobierno distanciándose al mismo tiempo del conspiracionismo y subrayar los problemas de seguridad que afectan al país, separatismo islamista incluido, tras la ola de ataques yihadistas del pasado otoño.
«Es una estrategia que ya ha usado Le Pen en otras ocasiones, de no confrontarse con absolutamente todo como hacía su padre, sino de seleccionar con cuidado esos puntos claves de ataque», señala Denis Merklen, sociólogo de la Universidad de la Sorbona en París y que nombra en una charla con LA RAZON hasta en tres ocasiones al gran aliado de Le Pen para la próxima contienda electoral: «la incertidumbre».
En tiempos de zozobra, las críticas de Le Pen se han adecuado a la lógica del contexto. A diferencia de otras ocasiones, Le Pen, consciente de los enormes vacíos que existen en la oposición a Macron, se atreve a construir discursos criticando la campaña de vacunación, los cambios constantes que el Gobierno ha tenido con la doctrina de las mascarillas o la falta de liderazgo para el cierre de fronteras. Le Pen en este aspecto se ha ido alejando de las críticas estridentes de otras formaciones de ultraderecha como VOX en España o AFD en Alemania hacia las gestiones de sus respectivos Gobiernos y del negacionismo de otros populistas.
Y los franceses, a falta de alternativas solventes, han ido asociando y normalizando que la oposición sea Le Pen, aunque por peso de representación política no le corresponda. Según Nicolas
Beytout, el fundador del diario «L’Opinion», la crisis sanitaria puede configurarse como un «formidable aliado» para la líder ultra porque la epidemia determinará cuestiones fundamentales en el futuro como la fragilidad del modelo económico o la soberanía para producir material indispensable como mascarillas o vacunas. «Cuando buena parte de la clase política habla ahora de soberanía industrial, ella entiende que todo el mundo se acerca a su terreno, lo que refuerza su posicionamiento», dice
Le Pen ha abandonado aquella bandera del Frexit –la salida de
Ha abandonado el Frexit y reivindica la producción local y el ecologismo, convertidos en realidades cotidianas con la covid-19
Francia del euro y de la UE– y ahora reivindica la bandera de la producción local y el ecologismo, que se han convertido en realidades cotidianas con la pandemia, aceptadas por el espectro político. «En este contexto, Reagrupamiento Nacional tiene fácil la campaña con un futuro muy incierto para el Gobierno», remata el sociólogo Denis Merklen.
Pero no todo son buenas noticias para Le Pen, de 52 años, que tiene muy presente que las de 2022 pueden ser sus terceras elecciones, pero también su última oportunidad para llegar al Elíseo. Un tercer fracaso podría poner fin a su carrera política. No son pocas las voces internas que también la señalan como culpable de que, en una década de auge del populismo en las democracias occidentales, el partido más veterano de la extrema derecha europea no haya arañado ninguna cuota de poder. La otra cara de la estrategia de moderación.