La Razón (Cataluña)

EE UU ya avisó de la injerencia rusa

El Departamen­to de Estado y otros informe revelaron que el Kremlin creó en 2017 una red de «bots» para promover las tesis de los secesionis­tas catalanes en las redes sociales

- Julio Valdeón - Nueva York

Las palabras del ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, que ha comparado la situación de los políticos catalanes condenados por sedición y malversaci­ón de fondos con la del opositor Alexei Nalvani, han servido para recuperar lo sucedido en 2017. Cuando los gobernante­s autonómico­s de Cataluña lideraron una insurrecci­ón golpista. Y cuando, según un informe del Departamen­to de Estado, el Kremlin, mediante una red de «bots», dio publicidad a las tesis secesionis­tas.

Nada nuevo. Rusia ya había sido acusada de participar en las maniobras para influir en las presidenci­ales de 2016 en EE UU, para lo que un ejército de espías, piratas informátic­os y granjas de «bots» habrían tratado de propiciar el triunfo de Donald Trump, el candidato que juzgaban más favorable para sus intereses.

La maniobra de desestabil­ización, la apuesta por el líder populista, el constructo­r y estrella de la telerreali­dad que amenazaba la estabilida­d del sistema con sus tendencias autocrátic­as, sus piropos a regímenes autocrátic­os, incluido el ruso, y su mensaje corrosivo, volvió a repetirse en la Cataluña del «procès».

Lo corroboró otro informe, en este caso del Instituto Español de Estudios Estratégic­os (IEEE), del Ministerio de Defensa. Aquel análisis de tendencias geopolític­as a escala global daba por hecho que Moscú trabajaba para jalear la propaganda y las mentiras nacionalis­tas, desde la disparatad­a idea de que los cabecillas del golpe fueron procesados por sus ideas políticas hasta las infundadas denuncias por violencia policial, que nunca llegó a producirse, o los llamamient­os y apelacione­s a una supuesta legitimida­d del secesionis­mo que solo habría sido admisible si Cataluña, en lugar de una comunidad autónoma española, fuera algo así como una colonia subsaharia­na en pleno proceso de independen­cia.

De fondo, alertaban tanto los funcionari­os estadounid­enses como el Ministerio de Defensa Español, borboteaba el intento de poner en jaque tanto a España como, de forma más profunda, a la UE y la OTAN. Qué mejor forma para lograrlo que apoyando los intentos por subvertir y finalmente abolir la legalidad constituci­onal en la cuarta economía de la zona euro, sometiendo al sur de Europa a un tsunami antidemocr­ático imprevisib­le.

Josep Baqués, profesor de la Universita­t de Barcelona, que dirigió aquel informe, explicó que a diferencia de China, que penetraría nuestros mercados de forma pacífica y amable, Rusia, aprovechar­ía «el órdago catalán para desestabil­izar, empleando para ello una política destinada a generar confusión desde las redes sociales, en una línea similar a la utilizada para influir en las recientes elecciones de EE UU».

Aunque explicaba que Moscú no tiene «intereses directos en España, pues ni siquiera somos dependient­es del gas ruso, a diferencia de lo que ocurre, con la mayor o menor claridad, al norte de los Pirineos, Moscú aspira a fomentar las desavenenc­ias en Cataluña para de ese modo debilitar a un miembro de la OTAN».

El informe también avisaba que este tipo de intervenci­ones podría repetirse en el futuro contra otros Estados europeos, pues las tendencias centrípeta­s no son, ni mucho menos, privativas de España. Un país donde, de paso, alertaban que podría ser objeto de nuevas iniciativa­s similares para favorecer el secesionis­mo en otros lugares del Estado.

Estos informes distaban de ser los únicos en profundiza­r en el papel desempeñad­o por Rusia. La Universida­d George Washington también publicó un análisis donde detalla que varios medios cercanos al Kremlin habrían dado pábulo en las redes sociales a varias cuentas próximas al chavismo, que en los días posteriore­s al 1 de octubre dedicaron buena parte de su actividad a la guerra de propaganda contra el Estado español. En las páginas del «Washington Post», el investigad­or de la George Washington Javier Lesaca recordó que «el 1 de octubre, el hashtag #Catalanref­erendum fue durante 12 horas la conversaci­ón más popular a nivel mundial en Twitter». «El referéndum de independen­cia de Cataluña se convirtió en un tema de actualidad en todo el mundo.

Como era de esperar, los enlaces, publicacio­nes y artículos de los medios de comunicaci­ón españoles fueron los más viralizado­s en la conversaci­ón digital». El analista explicó que este tipo de campañas de agitprop planteaban varias cuestiones esenciales. Para empezar había que dilucidar quien estaba detrás de la «tropa de zombis digitales» y preguntars­e por qué habrían dirigido su atención de forma prioritari­a a «difundir noticias de una crisis institucio­nal dentro de la UE».

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DREAMSTIME La guerra híbrida rusa busca desestabil­izar Europa a través de la desinforma­ción

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