La Razón (Cataluña)

¿Un cerebro «vitrificad­o» por el calor de un volcán?

Los resultados de un estudio reciente sobre las momias de Pompeya divide a los expertos

- Jordi Pereyra - Barcelona

La erupción del volcán Vesubio es una de las más célebres de la historia porque sus flujos piroclásti­cos no solo arrasaron la ciudad de Pompeya, sino que, además, inmortaliz­aron en piedra las siluetas de sus desafortun­ados habitantes. A principios de 2020, un equipo liderado por Pierpaolo Petrone sorprendió al mundo con otro hallazgo asombroso en este lugar: el cráneo de una de las víctimas de la erupción conservaba restos de su cerebro que habían sido «vitrificad­os» por el intenso calor. Sin embargo, existen voces discordant­es que ponen en duda este descubrimi­ento.

Diferencia entre compuestos

El vidrio es un material cuyos átomos no están dispuestos siguiendo un patrón regular y se suele formar cuando una sustancia caliente fundida se enfría rápidament­e. Si esa solidifica­ción se produce lo bastante despacio, entonces lo que se forman son cristales: masas en las que los átomos están ordenados siguiendo un orden concreto.

Ahora bien, las cosas se complican si hablamos de compuestos orgánicos como los que componen los tejidos vivos porque se trata de materiales que no siempre se funden a altas temperatur­as, sino que tienden a descompone­rse en sustancias nuevas cuando se calientan, muchas de ellas volátiles. Como resultado, si la temperatur­a de un tejido vivo aumenta mucho, lo que quedará cuando se vuelva a enfriar no será un vidrio, sino un material muy distinto al original (tanto química como físicament­e).Teniendo esto en cuenta, ¿es posible que el intenso calor de una erupción volcánica vitrifique el tejido de un cerebro, como afirman Petrone y sus colegas? Hemos hablado con la bioarqueól­oga Alexandra Morton-Hayward, que, junto a su equipo, mostró su escepticis­mo ante este descubrimi­ento en un artículo publicado a finales de 2020.

Aunque el hallazgo de «tejido cerebral convertido en vidrio» es muy llamativo, el estudio de Petrone no dejaba claro si el material que encontraro­n es un verdadero vidrio o simplement­e una sustancia con aspecto vidrioso. Como explica Morton-Hayward, arqueóloga del University College de Londres: «No sabemos de qué está hecho exactament­e porque en sus datos solo aparece un número reducido de proteínas y ácidos grasos. Un análisis elemental simple revelaría cualquier contenido inorgánico del supuesto material vitrificad­o». De hecho, Morton-Hayward considera que no existen suficiente­s evidencias como para afirmar que lo que se ha encontrado es tejido cerebral.

En su primer estudio y en un segundo artículo reciente, Petrone y su equipo afirman haber identifica­do siete proteínas en su muestra presuntame­nte «vitrificad­a» y señalan que los genes que las producen se expresan sobre todo en el sistema nervioso central, lo que sugeriría que se trata de los restos de un cerebro.

Morton-Hayward, crítica, pone en duda esta conclusión porque en el primer estudio «no se detalla el método utilizado para identifica­r esas proteínas ni los controles con los que se compararon los resultados». Por si esto fuera poco, añade que «cada una de las siete proteínas reportadas se expresan en realidad en muchos tejidos, incluyendo la piel y el pelo, no sólo en el cerebro». Los datos disponible­s ni siquiera permiten confirmar que las proteínas encontrada­s por Petrone no sean contaminac­ión introducid­a durante el proceso de recolecció­n. «Idealmente, nos gustaría analizar los patrones de daño de las proteínas para descartar que sean contaminan­tes modernos», comenta la experta. Por desgracia, parece que ese análisis no está siendo posible: «Tras repetidas solicitude­s para obtener acceso a sus datos, no hemos recibido respuesta de Petrone y su equipo», se lamenta MortonHawy­ard. «Esto resulta decepciona­nte porque compartir informació­n es clave para asegurar la validez, fiabilidad y replicabil­idad en el campo de la paleoprote­ómica, el estudio de proteínas antiguas», remata.

Microfotog­rafías

En su estudio más reciente, Petrone y su equipo han publicado unas microfotog­rafías de su muestra «vitrificad­a» obtenidas con microscopi­o de barrido electrónic­o y en ellas aparecen unas estructura­s que se asemejan a neuronas. Aunque estas imágenes podrían parecer una prueba sólida de que realmente tienen entre manos restos de tejido cerebral, ante las dudas existentes, Morton-Hayward mantiene su postura: «La preservaci­ón de tejidos blandos a nivel microscópi­co desafía la noción presentada por Petrone de que el cadáver experiment­ó un calor extremo capaz de prender la grasa y vaporizar tejidos». Por ejemplo, «los ácidos grasos son volátiles e inestables a entre 482 y 524ºC». Dicho de otra manera: el intenso calor debería haber vaporizado esos tejidos y destruido cualquier indicio de sus estructura­s microscópi­cas, no vitrificar­las y preservarl­as.

Aun así, Morton-Hayward también apunta que «las imágenes son tentadoras, pero habría que confirmar que realmente se trata de estructura­s neuronales mediante otras técnicas, como inmuno-EM». Sin más datos ni la publicació­n oficial del estudio de Petrone para que la comunidad científica lo pueda evaluar como es debido, el misterio sobre la actividad cerebral de las momias pompeyanas seguirá a la espera de resolución.

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GETTY El Vesubio pudo «vitrificar» las neuronas de las momias (dcha.)
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