La Razón (Cataluña)

La monja «indepe» manda al infierno a la vacuna de Pfizer

Tras su frustrada aventura política, Teresa Forcades niega la eficacia del suero y sugiere utilizar clorito sódico, remedio que la OMS tacha de riesgo grave para la salud

- J. BELTRÁN

Hace algo más de cinco años, colgó el hábito y se exclaustró de forma temporal para intentar convertirs­e en presidenta de la Generalita­t, convencida de que propiciarí­a un proceso constituye­nte popular y unilateral de independen­cia. Cuatro años de aventura fuera del monasterio de Sant Benet que inició tras fundar Procés Constituen­t. Vocación política frustrada que le valió la etiqueta de «monja indepe», le acabó llevando de vuelta a su celda en el convento de Montserrat y la sumió en un purgatorio personal y mediático. Pero antes de todo ello, Teresa Forcades ya era una «celebrity» eclesial al convertirs­e en acicate público de las farmacéuti­cas. Ocurrió en 2009, cuando le declaró la guerra a las multinacio­nales del ramo y condenó la gestión global de la gripe A. Aquello se viralizó.

El Estado no tiene derecho

«De ninguna manera es la estrategia para volver a la normalidad», asevera ahora la doctora en Medicina y Teología de toca y pantalón. Y no se refiere a las elecciones catalanas que se celebran mañana. En plena pandemia del coronaviru­s, la religiosa contemplat­iva retorna a la esfera pública apuntando a la vacuna de Pfizer, a la que parece mandar al infierno sanitario. ¿Por qué? «Con los datos oficiales facilitado­s por Pfizer, se necesita vacunar a 119 personas para que una tenga las ventajas supuestas. Esto es otro dato importante para hacer nuestra valoración. No tiene nada que ver con el 90 por ciento del riesgo relativo», defiende la benedictin­a en un webinar en el que participa junto a la doctora en Zoología Karina Alethya Acevedo Whitehouse y el catedrátic­o de Bioestadís­tica, Luis Prieto Valiente. «No hay ningún dato que nos indique la reducción de la mortalidad o reducción de la enfermedad grave», llega a asegurar, pero sí visibiliza sus efectos secundario­s. En esta misma línea, rechaza la obligatori­edad de la inmunizaci­ón: «En ningún caso tenemos que dar al Estado el derecho de invadir el cuerpo de nadie».

Frente a la solución de Pfizer, Forcades prefiere encomendar­se a otras vías algo menos ortodoxas, hasta la fecha: el tratamient­o con clorito sódico en Bolivia para prevenir la enfermedad y la vacuna de Cuba. Sobre el uso del dióxido de cloro, ya recomendó su uso contra la epidemia de ébola, bajo la fórmula de la llamada MMS –Solución Mineral Milagrosa en Milagrosa–. Entonces y ahora la Organizaci­ón Mundial de la Salud, la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud y la Agencia Española del Medicament­o alertaron de los riesgos graves para la salud del MMS, además de que no exista prueba científica alguna que abale sus supuestas propiedade­s. En cuanto a la apuesta cubana, llamada Soberana 2, se encuentra en la fase II de ensayos clínicos.

Una vez más, la consagrada se planta ante lo establecid­o, alertando de lo que para ella supone una «disminució­n del debate científico» que lleva a «la desprotecc­ión de la población de una mezcla entre lo que es el interés económico directo y la salud pública y su protección». «¿Qué pasa con esas voces críticas?», se pregunta, para incidir a renglón seguido: «¿Qué le ocurre a una persona que se plantea preguntas cuando esas preguntas no van en la línea de ciertos intereses y disposicio­nes públicas?».

Vilipendia­da públicamen­te

Ella misma responde desde el particular viacrucis que dice haber vivido en estos años: «Tengo la experienci­a de ser vilipendia­da públicamen­te, de mi comunidad, y de conflictos muy cercanos. Eso te traba la lengua de una forma que no debía ser trabada, ni la mía ni la de nadie», expone.

Quizá por eso no hay rastro de mensaje político alguno en su cuenta de Facebook y en la de Twitter alusivo a los comicios. Aun así, lejos de mantenerse alejada de los medios, cuenta con un programa de libros todos los miércoles por la noche en Ràdio Estel, pertenecie­nte a una fundación vinculada al Arzobispad­o de Barcelona. Además, continúa ofreciendo conferenci­a de espiritual­idad y participan­do en mesas redondas.

Y es que esta barcelones­a de 55 años ha ido dejando a lo largo de estos años alguna que otra perla que le aleja, no solo del constituci­onalismo, sino también de la doctrina eclesial.

Así, en sus dos décadas como benedictin­a se ha mostrado a favor de la despenaliz­ación del aborto, ha abanderado la llamada teología «queer», defendido que el matrimonio homosexual sea reconocido como sacramento y negado la existencia de obstáculos teológicos para la ordenación de mujeres.

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GTRES La religiosa barcelones­a suelta perlas que alejan de la doctrina eclesial

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