¿Hacia la ingobernabilidad tras el 14-F?
Los resultados de las elecciones catalanas prevén un escenario de pactos muy complicado tras los vetos y líneas rojas trazadas durante la campaña
Además de la pandemia, el «procés» y el temor a la alta abstención, los pactos electorales también han acaparado mucho espacio durante la campaña de las elecciones. Y no es para menos teniendo en cuenta que el próximo Parlament se prevé más fragmentado que nunca –hasta nueve partidos tienen opciones de obtener representación– y los partidos han agitado sus vetos y líneas rojas hasta el punto de abonar el fantasma de la repetición electoral.
Las urnas dictarán quién vence (PSC, ERC o JxCat) y toma la iniciativa, aunque todo apunta, según la mayoría de sondeos, a que el 14-F puede arrojar tres escenarios que van a determinar la gobernabilidad y viabilidad de la próxima legislatura: reedición de la mayoría del bloque independentista y pacto entre ERC, JxCat, PDeCat y CUP; mayoría del bloque no independentista, aunque coser un acuerdo entre todos los partidos se antoja más complicado; o, «mayoría híbrida» que dé la posibilidad de un tripartito entre PSC, ERC y Comunes.
El PSC, que ahora mismo lidera casi todas las encuestas, tendría dos opciones para poder gobernar: que el bloque no independentista sume (incluyendo los votos de Vox, aunque Salvador Illa ha rechazado aceptarlos y es una línea roja de Podemos) o tratar de que Esquerra deje en papel mojado su compromiso por escrito con el resto de fuerzas independentistas y pacte con los socialistas para formar un tripartito junto a los morados. Illa ya ha dicho que si vence se presentará a la investidura tenga o no los apoyos suficientes, una forma también de presionar al resto de grupos parlamentarios.
Esquerra ha ido perdiendo fuelle, aunque aún parece mantener el liderato en el bloque independentista. Si Pere Aragonès vence a Laura Borràs y el separatismo reedita su mayoría, los republicanos podrán alcanzar la Generalitat, aunque tampoco tendrán un camino fácil porque el partido de Carles Puigdemont es muy posible que imponga exigencias altas (habla de regreso a la unilateralidad y declaración de independencia y ha pedido a ERC que rectifique y abandone el pactismo con el Gobierno). Si fracasa la negociación con JxCat, podría mirar a la «mayoría híbrida» con PSC y Podemos, que es muy probable que obtenga más de 68 diputados (mayoría absoluta): en este caso, debería desdecirse de su pacto «anti Illa» (acuerdos con el PSC tras el 14-F). Se da por inviable su propuesta de Govern de frente amplio con separatistas y Podemos por los vetos cruzados.
JxCat ha conseguido remontar en las encuestas a medida que se ha ido acercando el 14-F, aunque la investidura de su candidata parece poco asequible. ¿Por qué? Porque Borràs tan solo tiene aliados en el independentismo, pero la han puesto en entredicho: los republicanos han agitado el asunto de su investigación judicial (por la presunta adjudicación a dedo de contratos a un amigo cuando dirigía la Institución de las Letras Catalanas), mientras que la CUP ha sido mucho más directa y ha amagado con su veto por la causa judicial. El PDeCat se ha referido menos a esa cuestión, pero ha mostrado muchas diferencias de proyecto (tema impositivo o «procés», por ejemplo).
Sea cual sea el resultado de las elecciones, los partidos se verán obligados a entenderse o condenarán a Cataluña a la ingobernabilidad.