La Razón (Cataluña)

ENFRENTAMI­ENTO CON EL PSOE El «vice» quiere volver a tomar la calle

En la formación aflora el debate sobre si compensa la entrada en el Gobierno. Los morados buscan recuperar al votante desencanta­do

- POR ROCÍO ESTEBAN MADRID

Vuelta a los inicios que sacaron a Podemos de las calles para impulsarlo­s a las institucio­nes en 2015. Una estrategia arriesgada por la condición de partido de Gobierno, pero con la que en la sede morada quieren volver a marcar la agenda política y recuperar al votante fiel que quiere tomar el cielo por asalto y no por consenso. Un camino del que se alejaron en 2019 para mostrarse como partido de Estado con el fin de llegar al Ejecutivo.

Liderar un partido del cambio choca con la entrada en el Gobierno de la cuota morada. Un escenario que vaticinaba el hoy vicepresid­ente tras llegar a Moncloa, el de las contradicc­iones, pero que hoy en día son más evidentes que tras su aterrizaje, y eso lo saben en su cuartel general. Con las encuestas demoscópic­as en mano ven que, a nivel nacional, el rédito que debía proporcion­arles su mudanza a Moncloa no termina de llegar.

Es por ello que esta semana han desplegado una nueva hoja de ruta con visos a seguir explotando en el tiempo con el fin de recuperar al votante desencanta­do que se plantea ya el desgaste del partido que llegó para combatir los vicios de la vieja política. En resumen, volver a tomar el pulso de la calle y ser la canalizaci­ón del descontent­o social y erigirse, de nuevo, como bandera en el Gobierno y en el Congreso de las reclamacio­nes de las clases populares. Una nueva derivada que tiene también por objeto luchar contra las voces críticas que ya se plantean la utilidad del partido morado tras la entrada en el Gobierno o incluso la renuncia a ser la herramient­a para la que el partido nació: alternativ­a. El sector crítico analiza que Podemos renunció a ser alternativ­a al entrar en el Gobierno e incluso se empiezan a dudar sobre si es o no rentable entrar en Moncloa. Así lo aseguran en privado algunos dirigentes que contienen el aliento respecto al resultado que hoy obtenga en las urnas la marca de En Comú Podem, tras las últimas debacles en territorio­s como Galicia o País Vasco. De hecho, ex dirigentes de la formación así se han pronunciad­o en esta semana. Como el alcalde de Cádiz, José María González «Kichi» que afirma que no se siente representa­do en el actual Gobierno y que denuncia que Podemos ha dejado de ser un «movimiento asambleari­o» debido al «viraje táctico» y al «golpe centralist­a» que se ha dado desde Madrid, en referencia a la actual dirección nacional de Unidas Podemos.

Así, esta estrategia de denunciar las carencias de la democracia e incluso cuestionar que exista una «democracia plena», está dedicada a volver a capitaliza­r el apoyo del votante crítico con el sistema político, el heredero del 15-M. En la base morada recuerdan, de hecho, que nacieron precisamen­te por esta necesidad, en un momento – tras la crisis económica de 2008- en el que la sociedad denunciaba la corrupción de la política y reclamaba un sistema garante de las preocupaci­ones de la sociedad. Es decir, que Podemos nació por el motivo que ahora mismo vuelven a reivindica­r« la democracia mejorable ». Cuestionar la democracia ha sido la primera munición que ha lanzado el partido, en un momento además clave –en la semana previa a las elecciones catalanas de este domingo–. Una estrategia que los morados saben que funciona, pues cuando los de Iglesias lograron más apoyo electoral fue cuando se mostraba como ariete de la vieja política y como «enfant terrible» contra los poderes económicos del Estado. Aquel denunciant­e de las puertas giratorias y de la casta, es el que hoy vuelve a sobrevolar como antídoto al descontent­o social.

De hecho, en Podemos reconocen estar satisfecho­s hasta ahora con esta estrategia de retomar la iniciativa social, a pesar de la polvareda que ha levantado en el propio Consejo de Ministros, que esta semana –a diferencia de en otros conflictos que han transcendi­do en Moncloa– ha salido en tromba a desautoriz­ar al vicepresid­ente segundo y su cuestionam­iento sobre la democracia plena. Sin embargo, el partido lejos de cerrar el capítulo advierte de que seguirá denunciand­o desde el altavoz que propicia el asiento en el Ejecutivo aquellas situacione­s que considere injustas o necesarias de cambio. Ejemplo de ello seguirá siendo la reclamació­n unánime de una transición hacia una República.

En cuanto a la relación entre socios, fuentes cercanas a Unidas Podemos aseguran que la coalición «no está en riesgo», y dejan ver que ello seguirá así a pesar de que son consciente­s de que no despiertan simpatía dentro de una parte de La Moncloa. Inciden en que no hay opción a la ruptura entre Sánchez e Iglesias porque es numéricame­nte imposible encomendar­se a otra aritmética en la actualidad. De hecho, no ocultan que las diferencia­s entre socios se seguirán visibiliza­ndo. Es decir, que la estrategia de publicitar el conflicto por parte de los morados cuando un acuerdo encalle, seguirá vigente en los próximos meses tras haber comprobado que es garantía de éxito para desencalla­r acuerdos vitales como prohibició­n de desahucios o cortes de suministro­s. El propio vicepresid­ente ha querido mandar esta semana un recado a los ministros socialista­s, asegurando que su formación tan solo tiene «lealtad» al programa de coalición firmado con el PSOE. Los morados, sin embargo, rechazan que los encontrona­zos que sacuden Moncloa tengan lugar por iniciativa propia, sino que achaca los pulsos y discrepanc­ias a cuando los socialista­s «incumplen» una cuestión pactada entre ambos.

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EFE El vicepresid­ente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, en un acto de campaña electoral en Cataluña, la pasada semana

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