Una agenda casi vacía y más política que gestión
Es el vicepresidente con menos actos. Ocho en 2021, frente a los 67 de Ribera
El vicepresidente segundo cruza hoy las puertas de La Moncloa por última vez para sentarse como número dos del Ejecutivo de coalición. A partir de ahora podrá verse con Pedro Sánchez o con el resto de ministros en otras dependencias, sí así lo deciden, pero no coincidirán en las reuniones del Consejo de Ministros, donde ocupará su lugar la ministra de Trabajo Yolanda Díaz, como vicepresidenta tercera.
El vicepresidente deja un legado discreto durante su estancia en Moncloa, tanto a nivel legislativo como a nivel de agenda ministerial.
Un asunto clave que la oposición no ha dudado en utilizar para cargar contra él en repetidas ocasiones.En la última sesión de control al Gobierno, de hecho, fue interpelado por el PP y Cs por «a qué dedicaba su tiempo» como vicepresidente y por sí «estaba satisfecho con su labor al frente del Ejecutivo». Hasta dentro de los muros del Ejecutivo han dejado ver la idea de que «nunca ha encontrado su sitio en el Consejo de Ministros» y de que «no le gustaba la gestión», como avanzó este diario.
Y es que, la agenda que ha mantenido el vicepresidente en este último año es muy inferior a la que tienen el resto de vicepresidentas, según el análisis de LA RAZÓN. De hecho Iglesias no suele aportar agenda diaria y los escasos actos a los que acude suelen ser entre dos y tres al mes. Concretamente, el vicepresidente tan solo ha acudido a ocho actos en estos tres meses. Unos datos que chocan si repasamos la agenda de, por ejemplo, la vicepresidenta cuarta, Teresa Ribera. Es la que más agenda ha protagonizado entre los cuatro vicepresidentes, con hasta 67 actos. Le sigue la vicepresidenta tercera Nadia Calviño con 49 actos en tres meses y la vicepresidenta primera Carmen Calvo con datos muy similares, 41 en lo que llevamos de año. En cuanto a sus apariciones en los medios, el vicepresidente ha acudido a tantos actos como a platós de televisión. Solo Carmen Calvo le rebasa en número de entrevistas, con diez en estos tres meses. Si echamos la vista atrás, durante el primer año de andadura del Gobierno de coalición, en el balance, el vicepresidente sigue destacando por la ausencia de agenda, aunque ello no interfiere, en la visibilidad de la que posee.
En cuanto a su balance legislativo, el vicepresidente, como ya señaló este diario, los datos arrojan un balance también mínimo. Sale del Gobierno con la ley de protección a la infancia y a la adolescencia aprobada por el Consejo de Ministros, la ley «Rhodes», pero no todavía por el Congreso de los Diputados. En el caso de la ley de protección animal, todavía no ha llegado a la reunión de secretarios y subsecretarios de Estado, donde se decide que normas pasarán a la mesa del Gobierno los martes. En estos quince meses ha aprobado dos reales decretos; el Ingreso Mínimo Vital y uno de ayudas a asociaciones y fundaciones de acción social. Se marcha, además, sin conseguir aprobar la ley de Vivienda, batalla entre ambos partidos.
Puigdemont hizo ayer un movimiento clave en la partida que libra el independentismo. Movió pieza, el Consell de la República seguirá existiendo, Puigdemont seguirá mandando, pero lo abre a Esquerra y la CUP para hacerlo, supuestamente, más transversal. Hace una cesión para cobrarse la pieza: el control de la presidencia de la Generalitat, en palabras del dirigente de ERC, Sergi Sabrià, lo que se está dilucidando es «la dirección del procés».
ERC se considera legitimada para liderarlo porque ha ganado las elecciones. Victoria que desde Junts se relativiza y se sitúa en un empate, y le niegan esta legitimidad poniendo en valor al Consell de la Republica, un organismo que apenas tiene actividad y de los dos millones de asociados que se esperaban suma menos de cien mil. Sin embargo, son los que pintan la mona en el mundo independentista. Nadie osa a negarlo en público, y menos los de ERC. Nadie osa en llevar la contraria al «presidente legítimo», y nadie osa socavar su autoridad. Con su comunicado de ayer, el Consell de la República esgrimió su poder y ERC hincó la rodilla. Bastó con ver a su portavoz Marta Vilalta implorar el apoyo de Junts apelando a «un gesto de responsabilidad». Ciertamente, no ayuda que Oriol Junqueras esté en Lledoners y sus contactos mediáticos estén reducidos a la mínima expresión. Tampoco Marta Rovira puede, o sabe, asumir este papel. Su última aparición pública fue para criticar a Rahola. ¿En serio? ¿La señora Rahola es el principal problema para la formación del gobierno? Los que se dejan llevar por el ruido y no siguen la señal