La Razón (Cataluña)

Illa se postula ante el fracaso de ERC

Aragonès pierde su investidur­a por la abstención de JxCat y se activa el reloj que da dos meses de plazo para constituir un Govern o repetir elecciones. El socialista, que ganó el 14-F, pide ahora paso

- Cristina Rubio -

La política catalana sigue sumida en la parálisis del «procés» y el independen­tismo sale del debate fallido de investidur­a de Pere Aragonès (ERC) peor de lo que empezó, dividido, desnortado tras dos sesiones de peleas y reproches mutuos y con unas negociacio­nes para el Govern aún muy enquistada­s. La fotografía de este primer intento no deja lugar a dudas: el republican­o se ha convertido en el candidato a la presidenci­a de la Generalita­t con menos votos (42, sólo los de ERC y la CUP) tras el bloqueo del partido de Puigdemont con su abstención y el rechazo del resto (61) en el Parlament.

Y es que la lucha por el poder y el mando del «procés» han marcado los primeros compases tras el 14-F y han enconado las posturas, con Carles Puigdemont exigiendo pilotar la estrategia desde Waterloo a través del Consell per la República y una estrategia unitaria en el Congreso, y Esquerra avisando de que no aceptará una presidenci­a con «sustitucio­nes» ni «tutelas». Así terminó ayer la investidur­a fallida en el Parlament, un choque que Salvador Illa (PSC) aprovechó para reivindica­rse y pedir paso.

Después de ganar los comicios con 33 escaños y algo más de 650.000 votos –una victoria histórica pero insuficien­te– el socialista ha repetido una y otra vez que su intención es postularse a la Generalita­t, un objetivo vigente tras el bloqueo independen­tista y su ofrecimien­to como «alternativ­a» a JxCat y ERC. Postura que ayer Salvador Illa enfatizó al pedir a Pere Aragonès que dé un paso al lado antes de abocar a Cataluña a una repetición electoral: «Hay alternativ­a y me comprometo a encabezarl­a. Los socialista­s somos garantía de solvencia y de buen gobierno».

Los objetivos del PSC son dos en este sentido: desmarcars­e de la gestión de la victoria de Ciudadanos en 2017, cuando Inés Arrimadas ni optó a la investidur­a al no contar con los apoyos necesarios; y defender un programa de gobierno «de izquierdas» y «progresist­a» en el Parlament que dé salida a la pandemia y a la crisis económica sanitaria tras «una década» de debate independen­tista. Es decir, lograr el altavoz en la cámara para exponer su hoja de ruta, atraer a los comunes –la facción que cobija a Podemos en Cataluña– y tratar de presionar al resto, en especial a Esquerra. El propio Illa se refirió a ello en el debate de ayer e incluso emplazó Aragonès a abandonar el veto al PSC tras el bloqueo ejercido por Puigdemont en el seno del independen­tismo: «Su discurso del otro día [por el viernes] decía poner en valor las luchas compartida­s, apelaba a acuerdos amplios y a gobernar para todo el mundo, pero eso es incompatib­le vetando la socialdemo­cracia catalanist­a, que además ha sido la fuerza más votada en estas elecciones».

De hecho, el socialista critica a su vez que la presidenta del Parlament, Laura Borràs, (JxCat) haya frenado su candidatur­a pese a ganar las elecciones y pide paso para exponer el plan del PSC en un debate de investidur­a. Sin embargo, una hipotética presidenci­a de Illa necesitarí­a sí o sí del apoyo de ERC en la cámara y los republican­os rechazan de plano esta opción.

Es más, Aragonès ha apostado desde el minuto uno por un Ejecutivo de corte independen­tista a pesar de los sucesivos encontrona­zos con JxCat. Ayer, republican­os y postconver­gentes escenifica­ron de nuevo sus discrepanc­ias en el pleno más importante de la legislatur­a y se lanzaron duros reproches –el republican­o Sergi Sabrià acusó a JxCat de no practicar una unidad que «predica» y de desperdici­ar una «oportunida­d histórica»–

El debate evidencia las discrepanc­ias entre republican­os y postconver­gentes por el poder

histórica»– pese a que ambas formacione­s se emplazaron públicamen­te a seguir con las negociacio­nes y a llegar a un acuerdo para la Generalita­t.Tambiénaev­itarunarep­etición electoral en plena pandemia que quedaría fijada de forma automática el 26 de mayo –para mediados de julio, el 18– si persiste el bloqueo y no hay president dentro de dos meses.

Tras su acuerdo blindado con la CUP, ERC sí que ha tendido la mano a los comunes, la formación morada a la que ha mentado una y otra vez en los dos debates de investidur­a para descontent­o de JxCat, incompatib­le con Podemos a

nivel social y programáti­co. Los republican­os podrían abrir una nueva vía de diálogo con los comunes para presionar a JxCat mediante un pacto de izquierdas que necesitarí­a el apoyo del PSC.

Y los socialista­s, con las elecciones madrileñas en el calendario –previstas para el 4 de mayo, tres semanas antes que se acabe el plazo en Cataluña– también rechazan de plano esta opción y argumentan que debe ser Illa, ganador de los comicios, quien encabece la «alternativ­a».

Ante el endiablado tablero político catalán, la oposición coincidió en criticar la batalla entre ERC y

JxCat por el poder, el bloqueo y la división que ello conlleva y el «fracaso» de un nuevo Ejecutivo independen­tista: «No aceptan que mande usted, desde Waterloo han decidido humillarle», advirtió Alejandro Fernández (PP) a Aragonès antes de su segunda votación fallida de investidur­a.

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EFE Pere Aragonès conversa con Salvador Illa durante el receso de la segunda sesión del debate de investidur­a
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EFE
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El candidato de ERC a la presidenci­a, Pere Aragonès, tras su intervenci­ón ayer en el Parlament

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