SIESTA A LA SOMBRA DEL MONOLITO
ElEl mismo día en el que el Gobierno recordó con un año de pandemia que los españoles debemos usar mascarilla en los espacios abiertos por las buenas o por las malas, un monolito metálico de más de dos metros de altura ha aparecido en la playa de Sa Conca del municipio de Castell-Platja d’Aro (Girona), en plena Costa Brava. La cosa bien puede interpretarse como una peineta a las ocurrencias de Moncloa, que afectarán especialmente a los playistas, embozados frente al sol, la arena y el agua. Un misterio, pero así están las cosas. El objeto apepinado, de plantá fallera, es popular desde que el primero de su especie sorprendiera al mundo en el desierto de Utah (EEUU) en noviembre de 2020. Después, la cuadrilla falócrata se despachó con una ración de globalismo y regaló monolitos en Reino Unido, Rumanía, Holanda o Polonia. Hasta llegar a España. El artefacto, lo pueden comprobar en la imagen superior (la otra corresponde a su primo yankee), tampoco es que haya cautivado la expectación del personal, que estaba a sus cosas. Perfectamente lo ha podido confundir con una de esas torres de ducha tan a mano en el litoral o una columna informativa sobre las bondades de Castell-Platja d’Aro. Para mí, el arcano, lo enigmático, es qué tienen en sus cabezas los tipos que se dedican a estos menesteres. ¿Qué esperan, qué quieren? Hasta averiguarlo, una funcionalidad saludable del trasto es que da una sombra saludable para una siesta reparadora.