La Razón (Cataluña)

Los peligros de simular tu propio secuestro

- José Aguado Ulises Fuente Esther S. Sieteigles­ias Javier Ors

LaLa sabiduría popular es doblemente acertada: «Cuando algo puede salir mal, sale mal» y «quien juega con fuego acaba quemándose». Alessandro Sandrini, un empresario italiano, tenía tablas en eso de jugar con fuego. Por ello, cuando tres «socios» le propusiero­n simular un secuestro a cambio de enriquecer­se con su rescate, Sandrini accedió. Corría el año 2016, cuando el grupo terrorista Estado Islámico (EI) había instaurado un califato en Oriente Medio. Además de cientos de cerebros de jóvenes en todo el mundo controlaba amplios terrenos terrenos desde Siria hasta Irak. Los ciudadanos extranjero­s se cotizaban al alza. El EI demostró su habilidad en la mezcla de vídeos con mensajes propagandí­sticos para posicionar­se como líderes del terror. Por entonces, secuestro pasó a ser sinónimo de Estado Islámico. En Brescia, una ciudad del norte, famosa por ser el lugar con más armas de toda Italia, los albaneses Fredi Frrokaj y Olsi Mitraj, y otro italiano, Alberto Zanini, prepararon el golpe. El empresario bresciano iría a Turquía de vacaciones y allí sería fatídicame­nte secuestrad­o por supuestos yihadistas del EI. Todo estaba cerrado con varios contactos y maleantes en Turquía. Sin embargo, una vez Sandrini cayó en manos de los falsos secuestrad­ores, estos no pudieron controlars­e. La causa era más importante que la compensaci­ón económica y decidieron llevar al joven italiano a Siria para entregárse­lo a Hayat Tahrir al Sham, unos terrorista­s que rendían pleitesía a Al Qaeda. Sandrini pasó mes tras mes cautivo en manos de unos secuestrad­ores reales. Grabó vídeos, pidió clemencia, y demandó al Gobierno de Italia que por favor negociase con los hombres que lo tenían retenido, pues veía claro que su vida estaba en peligro. Por fin, dos años y ocho meses después, cumplidos los 34, en 2019 fue liberado. Sandrini dio una rueda de prensa al uso, explicando que durante el cautiverio, «nunca perdió la esperanza de volver a casa». Por supuesto, no mencionó el plan gestado en Brescia. «Me capturaron en Turquía. Estaba en la calle, al anochecer. En un momento me perdí en la ruta hacia el hotel: ya no sabía en qué dirección era. Caminé por las calles de Adana. Estaba, digamos, drogado, me quedé dormido y me desperté en una habitación con dos personas encapuchad­as y armadas», contó a la prensa desde Bab al Hawa, al norte de Siria. Fue gracias a unas milicias contrarias a Bachar al Asad, denominada­s el «gobierno de Salvación», que lo liberaron en Idlib. Pues bien, este lunes la Fiscalía ha movido ficha. Sandrini ha sido acusado de fraude y de simular un delito, mientras que los otros tres cerebros de la estafa han sido detenidos por motivos terrorista­s. Como parte de esta trama, se investiga también si otros dos empresario­s italianos fingieron su propio secuestro.

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Alessandro Sandrini en uno de los vídeos en los que pedía su liberación
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