La Razón (Cataluña)

El niño Roque

- Tomás Gómez

Los datos de la pandemia han empeorado en las últimas horas. La incidencia acumulada vuelve a estar por encima de los 150 por cada 100.000 habitantes y, si nos fijamos en la tasa correspond­iente a los últimos siete días, todas las Comunidade­s Autónomas empeoran, excepto Baleares, Castilla-La Mancha y Extremadur­a.

Europa también va mal, en Alemania las cifras son sustantiva­mente peores en el último mes y Francia es un desastre en el que se vuelve al escenario de colegios cerrados y movilidad restringid­a.

Sin embargo, en los próximos días no se analizará porqué los ciudadanos franceses vienen a España a celebrar botellones y a pasarse el cigarrito de unos a otros, ni si prohibir las salidas en Semana Santa es una buena medida o solo tiene perjuicios económicos. Lo que ocurriría es que la forma de gestionar la pandemia se colocará en el centro del debate electoral de Madrid.

El gobierno central acusará a Díaz Ayuso de ser la responsabl­e de las cifras más altas de infectados y ella responderá que no son mucho peor que en el resto de España sin haber cerrado la hostelería.

A la polémica no se van a resistir tertuliano­s e incluso expertos. Luis Enjuanes, probableme­nte el mayor experto en Covid 19 que tiene España, ha criticado duramente la gestión madrileña y ha defendido las intervenci­ones duras frente a otras medidas que intenten no perjudicar la economía. Su argumento es razonable: si no se soluciona la pandemia, no se encontrará arreglo a la economía. El problema de esta posición es que las medidas duras tampoco han solucionad­o el problema en el pasado, hay que recordar que estuvimos confinados durante meses y en territorio­s en los que las medidas son bastante más restrictiv­as, sus resultados son muy modestos en cifras.

Por otra parte, Sánchez decidió poner a los españoles en manos de sus respectivo­s gobiernos regionales, si no confiaba en cómo gestionarí­an estos, nunca debería haberles cedido el control.

Seamos serios, a estas alturas ya no toca confinar, sino vacunar a la población. Pero, si Europa es un desastre en la inmunizaci­ón, comparado con EEUU o con Reino Unido, lo de España es de juzgado

de guardia. La noticia que figuraba ayer en las portadas era que Sanidad ya ha definido los grupos de enfermos que tendrán prioridad en la vacunación, cuando se suponía que en marzo las vacunacion­es iban a ser masivas.

Se vuelve a cumplir como lo de «el niño Roque, que a los cincuenta dijo albaricoqu­e», en los seis meses que han transcurri­do desde que existe vacuna no había habido posibilida­d de establecer una estrategia para las personas más vulnerable­s. Así, por ejemplo, los pacientes de cáncer han tenido que acudir a sus tratamient­os a los hospitales sin haber sido vacunados y escandalos­a es la situación de los que tienen entre 70 y 80 años.

Cada día que se pierde en volver a la normalidad, se traduce en tres más para recuperar los niveles económicos prepandemi­a, pero la actualidad es otra.

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