«Rusia no se va a involucrar en Cataluña con el independentismo»
Apuesta por replantear la política exterior española y acusa a la UE de no usar la vacuna rusa por presiones de Estados Unidos
CoronelCoronel en la reserva del Ejército de Tierra y diplomado de Estado Mayor, Pedro Baños se ha convertido también en un referente mediático por la divulgación que hace sobre cuestiones de ámbitos internacional, geoestrategia, seguridad y defensa, campos en los que es uno de los mayores especialistas. Recientemente ha publicado «El dominio mental» (Ariel), libro en el que desgrana las técnicas del poder para dominar nuestra mente.
–Ha publicado recientemente un libro que desgrana cómo estamos controlados. ¿Hasta qué punto somos dueños de nuestras decisiones?
–Cada vez menos. Hay muchas formas de influir en las personas y en la sociedad. Más hoy en día, en la era digital y con ese quinto poder que son las redes sociales. Es muy fácil condicionar la opinión de las personas y las decisiones a través, principalmente, de las emociones, que son la clave de todo. Lo vemos constantemente: por un lado, tenernos a la gente distraída con cosas accesorias, pero que consiguen tener a la sociedad adormecida; por otro lado, las personas que intentan estar un poco más informadas están sometidas a un grado de manipulación que nunca había existido como hoy en día porque lo permite la tecnología.
–En este sentido, en España, ¿cree que hemos sido demasiado obedientes a las diferentes restricciones que se han ido imponiendo con la pandemia? –A pesar de que en España característicamente somos bastante anárquicos comparado con otros países europeos o países asiáticos, aquí creo que hemos respondido de forma ejemplar. Hay que decirlo y subrayarlo.
–Pero al hilo de la reflexión que hace en su libro sobre cómo nos manipulan y adormecen como sociedad, ¿no cree que esta obediencia ejemplar a las restricciones de libertades puede ser un síntoma preocupante pese a que el bien superior sea la salud?
–Son normas sanitarias que dictan los políticos y recomendadas por los expertos sanitarios. Pero sí creo que es más preocupante que aprovechando esta situación de necesidad y de crisis planetaria, muchos gobiernos estén tomando decisiones claramente abusivas y que, en otro momento, los ciudadanos no hubieran permitido.
–¿Qué efectos sobre la geopolítica tiene la pandemia? –China ha jugado muy bien sus cartas. A pesar de que el origen de la pandemia puede estar allí, ha consolidado la tendencia para superar a Estados Unidos en muchos aspectos. Obviamente nos queda por ver todavía la respuesta de Estados Unidos y del mundo anglosajón, que creo que va a ser muy dura, como estamos viviendo con Biden. Está llevando una política cada vez más agresiva con sus dos grandes contendientes, que son Rusia y China. Creo que nos quedan muchos episodios y muy duros por vivir.
–Hace referencia a «episodios duros», ¿qué conflictos bélicos atisba en el horizonte?
–Desde hace tiempo alerto de cómo se está tensando la situación en Ucrania. No sería descartable que en un breve plazo en Ucrania se reavivara el conflicto. Estados Unidos estaría encantado de arrastrar a la Unión Europea a un conflicto porque evidentemente le beneficia. Ojalá tengamos políticos nacionales y europeos sensatos para no caer en esa trampa. Mi percepción es que Estados Unidos va a intentar reabrir o abrir otros conflictos nuevos con todo aquello que pueda perjudicar a sus grandes adversarios, que pueden ser en sus periferias o lejanos (como Siria).
–La vacuna rusa empezó generando recelos en Occidente, pero poco a poco va entrando en juego. ¿Rusia, como China, también puede salir reforzada geopolíticamente de la pandemia?
–Aquí entramos en la disputa geopolítica: se muestra desprecio por cada cosa que venga del adversario. Aquí se han ignorado las vacunas chinas o las rusas. Por otro lado, Rusia está haciendo su diplomacia de la vacuna, pero la UE, presionada por Estados Unidos, no quiere adquirirla, aunque la prestigiosa revista «The Lancet» dijo que los grados de eficacia son altísimos y es totalmente segura.
–¿Qué opina del choque entre Josep Borrell y Serguéi Lavrov por los presos independentistas y Navalny?
–Yo creo que no tiene mayores consecuencias porque al final fue una fricción propia de este tipo de situaciones. Lavrov es uno de los diplomáticos con más experiencia del mundo que tiene que defender la posición de su país y no puede permitir, en público, ese tipo de recriminaciones. Otra cosa es que haya recriminación en privado. –¿Cree que realmente puede tener impacto sobre el «procés» esa recriminación a Borrell? –Rusia no se va a involucrar en Cataluña con el independentismo. Eso es otro montaje y es parte del juego que estamos viviendo: hay que acusar a Rusia de todos los males para tapar la incompetencia de Europa o lo que nos está sucediendo. No se ha podido demostrar absolutamente nada. –Recientemente se han celebrado los 25 años de la llegada al poder de Aznar y ha dicho que «España es una gran nación, pero no un gran poder». ¿Como está España en la geopolítica mundial?
–Creo que la frase es acertada. Como militar, tengo una fe inquebrantable en España y en el pueblo español. Somos un gran pueblo y lamentablemente no estamos todo lo unido que deberíamos estar para hacer frente a las situaciones actuales y futuras. Seguimos teniendo un peso importante en el mundo, pero podría ser muchísimo mayor, en muchos planos: empezando por el contexto hispanoamericano, pero también hemos ido perdiendo fuelle porque no nos hemos sabido plantar.
–Es decir, ¿está apuntando a que al estar en el espacio europeo quedamos más desdibujados y no ejercemos el papel que podríamos tener en Hispanoamérica?
–En Hispanoamérica y en todo África, que somos vecinos. En el contexto hispanoamericano tendríamos que tener una presencia mucho mayor. Nos une todo, son nuestros verdaderos hermanos. Y, en cambio, no sabemos explotarlo y otros países que no tienen ningún lazo lo hacen mejor. España tiene que tener presencia en África, Hispanoamérica y Europa y no desdeñar a ningún país del mundo. Hay otros países europeos que al margen de lo que diga Europa, hacen su propia política exterior.