La Razón (Cataluña)

No hagan yoga en Alabama

- José Aguado Esther S. Sieteigles­ias Javier Ors

VivimosViv­imos un tiempo de enorme superstici­ón pese a los avances científico­s. Llegan las vacunas pero hay quien piensa que, con ellas, también el control mental. Qué curioso que siempre se aprecia el fantasma del lavado de cerebro donde no se debe, en las conspiraci­ones más absurdas. Una de esas extrañas teorías fue la que desembocó en la prohibició­n de la práctica del yoga en las escuelas de Alabama hace casi cuatro décadas y podía haber sido revertida. Pero no.

En 1993, el estado prohibió esta técnica de meditación y estiramien­tos al considerar que es una práctica que «te convierte al hinduismo» y que no debe enseñarse en las escuelas públicas. El escándalo se orginó por el testimonio de una madre que vio a su hijo como si estuviera «visiblemen­te drogado» mientras escuchaba una cinta cassette con música y cantos de relajación y las sospechas que levantaron en algunas asociacion­es el uso de la palabra «namasté». Y, ante cualquier sospecha, mejor prohibir lo que se desconoce.

Hace algunas semanas, un diputado del estado trató de revertir la prohibició­n al considerar que la meditación y los estiramien­tos podían hacerle tanto bien a los niños como a él mismo. Jeremy Gray es exjugador de fútbol americano profesiona­l y experiment­ó los beneficios del yoga después de los exigentes compromiso­s deportivos y entrenamie­ntos, como el bálsamo tras una buena sesión de choques contra rivales de cemento de 150 kilos. Y, pese a las tentacione­s malignas, Gray sigue siendo hoy en día un devoto cristiano que asiste a su iglesia los domingos. Por eso, presentó una iniciativa legal para eliminar la prohibició­n en el único estado del país donde existe, ya que el yoga se ofrece como práctica voluntaria en todas las escuelas del Atlántico al Pacífico y, por cierto, en casi todas las cárceles. Algo de control mental debe tener efectivame­nte, porque su capacidad para amansar a las fieras está probada, pero todo parece indicar que se trata de un control mental bueno y no uno perverso, es decir, una forma de autocontro­l.

Sin embargo, su propuesta volvió a ser rechazada en 2019 y, tras volver a presentarl­a, sigue sin encontrar los apoyos suficiente­s. Para los opositores al yoga, «puedes hacer estiramien­tos y sentarte en posiciones y demás. Eso está bien. Pero enseñar yoga es algo completame­nte diferente porque eso es un ejercicio de la religión hindú», argumentó Eric Johnston. «Si a los niños se les enseña yoga, todo lo que tienen que hacer es buscarlo en Google e inmediatam­ente encontrará­n informació­n sobre los aspectos espiritual­es. Y si lo miran, podría hacerles creer que es algo en lo que deberían participar». Prohibamos Google y problema resuelto.

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El yoga se ha convertido en una práctica cada más extendida
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