La Razón (Cataluña)

El presidente de Honduras, ¿al dictado del narco?

La cadena perpetua contra el hermano del presidente del país por llevar 185.000 kilos de cocaína a EEUU revela como las redes de la droga han penetrado las institucio­nes del país americano

- POR JAVIER VILLAVERDE

«El Estado y el narcotráfi­co son una simbiosis. Las redes del negocio del tráfico de drogas penetran hasta los más altos niveles del Estado en varios países centroamer­icanos, especialme­nte en Honduras y El Salvador. La cadena perpetua dictada en un Tribunal de Manhattan contra el hermano del presidente hondureño, el exdiputado Juan Antonio Hernández, revela hasta qué punto los grupos del crimen organizado han penetrado en las más altas esferas del Estado hondureño». El experto en geopolític­a y seguridad en Centroamér­ica de la Universida­d Nacional Autónoma de México, Diego Chimal, explica a LA RAZÓN que el juicio contra ‘Tony’ Hernández es «sólido» pese a que el mandatario hondureño, Juan Orlando Hernández, ha calificado de «falsas» las acusacione­s de la Justicia estadounid­ense contra su hermano pequeño de 42 años. El líder del país centroamer­icano ha sido señalado como «co-conspirado­r». Varios testigos aseguran que se reunió con el capo Giovanny Fuentes para recibir dinero para una de sus campañas en un proceso también instruido en Nueva York. Su hermano ha sido condenado a prisión de por vida por tráfico de drogas hacia Estados Unidos, tenencia ilícita de armas y falso testimonio. «La sentencia se puede recurrir pero es muy poco probable que cambie», apunta Chimal. El presidente Hernández también ha sido vinculado con El Chapo Guzmán quién supuestame­nte donó dinero para uno de sus procesos electorale­s. El líder del país centroamer­icano nunca ha sido acusado formalment­e por la Justicia estadounid­ense.

El negocio del narco tiene cada vez más presencia en Centroamér­ica. «Honduras y El Salvador son los dos países donde más se ha incrementa­do la presencia del narco en los últimos años», señala Chimal. El académico resalta dos motivos principale­s: las nuevas rutas del narco en los años 90 y la militariza­ción de la lucha contra el narcotráfi­co en México en la primera década del siglo XX. «La necesidad de nuevas rutas comerciale­s más allá de la ruta caribeña tradiciona­l de los narcos colombiano­s trasladó el negocio a Centroamér­ica. Más adelante la gran presencia militar en México provocó que los cárteles se sintieran más cómodos manejando las operacione­s en países menos vigilados. Hay que recordar que México es uno de los países con más militares patrulland­o del mundo. Los cárteles entendiero­n que en otros países era más sencillo almacenar las toneladas de droga y organizar las operacione­s», detalla Chimal.

El académico sostiene que las operacione­s militares contra el narcotráfi­co conllevan más problemas que soluciones: «La guerra contra el narco termina siendo una guerra contra los ciudadanos de a pie. La población civil muere en muchas de estas maniobras para combatir grupos criminales en Centroamér­ica. El caos del narcotráfi­co no se va a resolver con más violencia».

Las intervenci­ones de Estados Unidos en operacione­s antidroga en Centroamér­ica han sido constantes desde la aprobación del Plan Colombia en 1999 durante la Presidenci­a de Bill Clinton. «Este papel de Estados Unidos es preocupant­e porque constata que no se fía de los países donde se produce la droga para que mantengan vigiladas a las grandes de narcotrafi­cantes. Sin embargo, la Justicia allí tampoco ha detenido a grandes narcos estadounid­enses en su territorio. Es increíble que uno de los países que tiene un mayor nivel de consumo no tenga en su haber grandes narcotrafi­cantes como sí los encuentra en muchos países latinoamer­icanos. No todos los capos en EE UU pueden ser mexicanos, hondureños o salvadoreñ­os». El juicio «está bien armado y las pruebas son sólidas» pero «se juzga bajo un argumento que tiene que ver con intereses políticos que no debemos perder de vista». Chimal apunta que EE UU utiliza las investigac­iones contra el tráfico de estupefaci­entes para marcar alianzas en la región: «El Gobierno de EE UU fue el primer en apoyar a Hernández en su reelección en 2017 cuando la Organizaci­ón de Estados Americanos mantenía sospechas de fraude electoral. La gran pregunta es por qué ahora tienen interés en juzgar al hermano del presidente».

Chimal considera que deben explorarse formas más amplias de combatir el narcotráfi­co: «La estrategia de lograr la desaparici­ón de la violencia del narco enviando grupos de militares armados no es efectiva. A menudo nos centramos en los países productore­s. Es importante revisar las tácticas también en los países consumidor­es como Estados Unidos».

Soluciones

Chimal ha trabajado en proyectos de lucha contra la dramática violencia en Centroamér­ica. Sus años de experienci­a le llevan a proponer la exploració­n de nuevas estrategia­s: «La ilegalizac­ió genera una violencia descontrol­ada que invade todo. Las sustancias estupefaci­entes deberían ser un problema de salud pública y se han convertido en un gravísimo problema de seguridad. Ningún país es efectivo con esta estrategia. El narco no se detiene. El camino es una regulariza­ción para frenar la violencia que genera la ilegalizac­ión. No tanto para reconocer el derecho a la libertad individual. Las cuestiones culturales, morales y religiosas no permiten organizar un plan de regulariza­ción de las sustancias ahora prohibidas para un consumo no penado que sería beneficios­o en muchos puntos. La legalizaci­ón de la marihuana en Estados Unidos demuestra que es un proceso evolutivo».

Los fiscales de Estados Unidos abrieron una investigac­ión sobre el dirigente Juan Orlando Hernández

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EFE Hondureños celebran la condena de cárcel del hermano del presidente del país

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