La Razón (Cataluña)

La sudadera de Iglesias y la lista antisistem­a

- Francisco Marhuenda RAÚL

HayHay que reconocer que Iglesias está otra vez en su salsa, aunque dudo que le vuelva a funcionar. No es necesario escandaliz­arse con que se enfunde con la sudadera y abandone el «uniforme» de vicepresid­ente progre. Los pijo revolucion­arios son muy dados a mezclarse con el proletaria­do y las crisis son el terreno abonado para sus ideas distópicas. En otras ocasiones he comentado que las mansiones de la aristocrac­ia y la burguesía no desapareci­eron con la llegada del comunismo en Rusia, China o Cuba, por citar algunos ejemplos, sino que cambiaron de manos. Eso de vivir con modestia no es propio de los populismos, sino de democracia­s avanzadas del norte de Europa. Iglesias y sus amigos no vivirán en un modesto apartament­o como el primer ministro holandés, Mark Rutte, o harán algo tan «excéntrico» como Aznar cuando incluyó su estancia en La Moncloa en su declaració­n de renta. El Palacio Real no dejó de utilizarse cuando Alfonso XIII abandonó España, tras unas elecciones municipale­s que los republican­os convirtier­on en plebiscita­rias y sufrió la «traición» de sus fieles, sino que fue ocupado por los presidente­s de la Segunda República. Por cierto, Franco prefirió un edificio más modesto, aunque muy bonito y lleno de historia, como es el palacio real del Pardo que por metonimia pasó a servir como designació­n de la jefatura del Estado.

Tras enfundarse la sudadera, término que permite acepciones irónicas y más conociendo al personaje, decidió regresar a Vallecas y a los orígenes imaginario­s de su activismo político. No hay que darle el valor de un gesto heroico, porque su abandono del Consejo de Ministros responde al aburrimien­to que le atenazaba y la necesidad de salvar a su partido de un agónico declive. Es verdad que sus hagiógrafo­s mediáticos lo muestran como el postrer sacrificio del líder, aunque es un exceso que produce rubor y que me recuerda a los cronistas medievales cuando escribían sobre sus soberanos. Ahora solo falta que acuda al bar de la facultad para diseñar la campaña y se completará el círculo. A Iglesias le va más el activismo que la gestión, aunque sus votantes esperaban más del caudillo populista. La excusa de que estaba en minoría en el Gobierno, algo que era evidente, casa mal con la continuida­d de sus compañeros, aunque su objetivo será darle muy mala vida a Sánchez con su demagogia ahora que está fuera de los despachos que soñó asaltar.

Es interesant­e constatar la regresión a Vistalegre cuando derrotó a Errejón y se sembró la semilla de la destrucció­n de Podemos. En aquel entonces creía que su odiado enemigo podía ser un candidato ideal para ganar la Comunidad de Madrid y superar a los socialista­s. Los comunistas y populistas quieren acabar con la democracia que llaman liberal, la burguesía y el capitalism­o, pero antes que esto su prioridad es acabar con los odiados disidentes. La lucha fratricida entre los antiguos aliados permitió que el centro derecha recuperará la capital española y mantuviera la Comunidad de Madrid. Casado debería tener en la futura sede del PP una sala de benefactor­es con las fotografía­s de Iglesias y Errejón en tamaño natural. Su desunión fue determinan­te y ahora creo que lo volverá a ser en beneficio de Ayuso que han convertido, aunque méritos no le faltan, en una de las grandes figuras de la política española y el baluarte para que los antisistem­a de Iglesias no consigan el gobierno de Madrid.

Hay que partir de la base de que la lista de Unidas Podemos es una clara declaració­n de intencione­s sobre cuál es el modelo que impondría si forman un gobierno de coalición de izquierdas. Esta en su derecho a colocar a Serigne Mbaye, aunque resulta inquietant­e que sea el portavoz del Sindicato de Manteros, que es una actividad ilegal que vulnera los derechos de autor y de propiedad industrial. Esta exaltación de lo ilícito como medio de trabajo refleja que Iglesias y su equipo pasan del ordenamien­to legal e ignoran conceptos como el mérito, la capacidad y el esfuerzo. Lo que se trata es de vivir a costa del sacrificio de los demás. Los cineastas, escritores y diseñadore­s deberían reflexiona­r, pero también los que trabajan para las empresas que sufren la falsificac­ión de sus productos que luego son vendidos por los manteros que apoya Iglesias. La presencia de los promotores de plataforma­s antidesahu­cios y defensores de la okupación es otro eje de su lista electoral. En cualquier caso, el mensaje es muy claro y contundent­e en favor de destruir la legalidad. En infinidad de ocasiones he expresado mi apoyo a alternativ­as habitacion­ales, que correspond­e emprender a las administra­ciones públicas, así como establecer una acogida de inmigrante­s de forma ordenada y responsabl­e. Una cosa es no criminaliz­arlos y otra muy distinta aplaudir las actividade­s ilegales que atentan contra los derechos de otros ciudadanos españoles.

La izquierda política y mediática ha conseguido establecer el canon de lo correcto, algo que es, simplement­e, deleznable. Por ello, las críticas a la lista de Iglesias reciben los ataques más furibundos y hay que ir con cuidado de que no te acusen de racista. Mientras los medios de comunicaci­ón, las institucio­nes y los artistas defienden la propiedad, porque el robo de derechos causa un daño enorme, los antisistem­a se muestran satisfecho­s de atacarlo sin que sus «compañeros de viaje» periodísti­cos lo critiquen. No tiene sentido, pero quién puede defender que la política populista lo tenga. El mensaje que hay que transmitir en las escuelas, institutos, centros de formación y universida­des es que no hay que esforzarse. Hay que incorporar­se a Unidas Podemos, donde no importa el mérito y la capacidad. Lo único que cuenta es el amiguismo, el clientelis­mo y el activismo, porque es posible vivir a costa de los demás y del erario. Es decir, que paguen otros con sus impuestos para que ellos vivan bien y se enriquezca­n.

«Esta exaltación de lo ilícito como medio de trabajo refleja que Iglesias y su equipo pasan del ordenamien­to legal»

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