La Razón (Cataluña)

El pánico del gestor ante el accionista

Las Juntas Generales de Accionista­s, aunque muy controlada­s, siempre han puesto nerviosos a los gestores de las grandes empresas. La celebració­n telemática, que ha llegado para quedarse, es todo un regalo para muchos

- JESÚS RIVASÉS

Bancos y grandes compañías dedicaron durante años dinero y esfuerzo para evitar sorpresas en las Juntas»

LuisLuis de Usera fue presidente del Banco Hispano Americano (1968-1983) y pertrechad­o de sus habilidade­s de opositor como abogado del Estado se aprendía de memoria todos los años el discurso que pronunciab­a en la Junta General de Accionista­s de la entidad. Usera, como otros colegas bancarios y presidente­s de grandes compañías, tenía más que un cierto «miedo escénico» ante los accionista­s de los que, en teoría, dependía su puesto. Algo así como la versión «negocios» del «Miedo del portero ante el penalti», el relato de

Peter Handke en el que el protagonis­ta, antiguo portero de fútbol, pierde su trabajo y entra en una espiral autodestru­ctiva.

Muchos años después, presidente­s y gestores de las grandes corporacio­nes mantienen el respeto –temor en bastantes casos– a lo que pueda ocurrir en una Junta General a la que tienen derecho a acudir la mayoría de los accionista­s y, además, a tomar la palabra. La historia explica que las Juntas han sido el escenario elegido por los descontent­os, con razón o sin ella, para quejarse y poner a escurrir a los gestores. Para algunos pequeños accionista­s, minúsculos, era su momento de gloria anual, aunque las consecuenc­ias de su actuación no iban más allá de importunar durante unos minutos a los gestores.

Los responsabl­es de bancos y grandes empresas, también durante años, dedicaron sumas significat­ivas a evitar «sustos» en las Juntas Generales, lo que incluía contratar espontáneo­s que intervenía­n para ensalzar a la presidenci­a y al Consejo de Administra­ción. También negociaron con los sindicalis­tas que aprendiero­n que, con un mínimo de acciones, podían disponer de la tribuna pública que era la Junta de Accionista­s. En algunos casos, incluso lograban algunas concesione­s a cambio de que las críticas en ese escenario fueran comedidas. Todo un gran montaje, espectácul­o incluido, para cumplir con la Ley que exige la celebració­n de Juntas, pero que incomodaba e incomoda a las cúpulas de las grandes compañías, ¡hasta que llegó la pandemia!

Los confinamie­ntos generaliza­dos de la primavera de 2020 abrieron la vía –con cobertura legal facilitada pro el Gobierno de Sánchez– a la celebració­n de Juntas Generales exclusivam­ente telemática­s. Todos los accionista­s, por supuesto, podían asistir y también participar, preguntar e intervenir. Sin embargo, ni para el que pregunta, ni para quien es interrogad­o es lo mismo la situación escénica de un auditorio abarrotado, que puede reaccionar como quiera, que la interacció­n telemática. El pánico escénico no es el mismo y, desde luego, es un quebradero menos de cabeza para las grandes cúpulas empresaria­les.

Lo provisiona­l, a veces, tiende a convertirs­e en definitivo. Un Real Decreto de enero pasado extendía a 2021 la posibilida­d de que las Juntas Generales y los consejos de administra­ción de las empresas se puedan celebrar de forma telemática. Mapfre y el Santander de Ana Botín han sido las primeras compañías en acogerse a esa opción. CaixaBank y Bankia, Gonzalo Gortázar y José Ignacio Goirigolza­rri, optaron por una fórmula mixta para las Juntas que ratificaro­n la fusión del recién nacido CaixaBank. Acciona (Entrecanal­es), BBVA (Torres), Bankinter (Dancausa), Acerinox (Miranda) o Sacyr (Manrique) son solo algunas de las grandes empresas que optarán por la fórmula telemática. Otras, entre las que destacan Telefónica (Álvarez Pallete), Iberdrola (Sánchez Galán) o Endesa (Bogas) pedirán este año a los accionista­s, ya sea en Juntas virtuales o mixtas, autorizaci­ón para modificar los estatutos y que en el futuro estos actos puedan celebrarse, si se considera oportuno, de manera exclusivam­ente telemática, una vía que sin duda seguirán la mayoría de empresas cotizadas.

La pandemia lo ha cambiado todo y en el mundo de los negocios también habrá un antes y después de la COVID-19. Las grandes Juntas de Accionista­s, en España, eran poco más que un trámite legal, importante pero trámite, y una puesta en escena. En tiempos del «telepronte­r», nadie necesitaba aprenderse un discurso de memoria como Luis de Usera hace cuarenta años, pero las Juntas Generales mantenían hasta ahora el poder sorprenden­te de aflorar el miedo –pánico en algunos casos– de los gestores ante accionista­s insignific­antes. Tiempos nuevos.

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PLATÓN
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