Jesús Sánchez Lobato
Natural de Noja, en la hermosa Cantabria, a donde vuelve cada vez que tiene ocasión (aunque su corazón lo reparte entre su tierra y Málaga), se licenció y doctoró, al igual que yo, en la Universidad Complutense de Madrid, nuestra querida madre y madrastra la UCM, en donde ha ejercido la mayor parte de su docencia, que finalizó como Catedrático de Lengua Española en la Facultad de Filología (Departamento de Lengua Española, Teoría de la literatura y Literatura comparada) en donde tuve la fortuna de conocerlo por mediación de mi maestro Santos Sanz Villanueva (protagonista de estas páginas el lunes pasado). Ha desempeñado todas las categorías docentes: Ayudante (1971, UCM), Adjunto contratado (1972-1975, Departamento de idiomas modernos UAM), Profesor Adjunto en el Colegio Universitario de Ciudad Real (1975-1978). A partir de 1978, Profesor Encargado de curso, Adjunto contratado, Adjunto numerario (Profesor Titular) y Catedrático de Universidad. Además de haber sido profesor visitante de otras muchas universidades, compartí con él unos maravillosos años en las universidades de Vanderbilt en Madrid y en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Es, sin duda, el mayor especialista en «Español como Lengua Extranjera». Conocer al profesor Sánchez Lobato es empezar a respetarlo y a quererlo. Tras una permanente sonrisa, un elegantísimo pelo blanco y un trato afable, esconde siempre sus inquietudes, sus problemas y sus dificultades vitales, padecidas fundamentalmente por la envidia ajena, porque era un profesor muy querido por sus alumnos y un maestro y compañero siempre atento a las necesidades de cada uno. No fui nunca alumno suyo, pero he compartido proyectos, charlas (aquellas noches mágicas de verano en Santander con el añoradísimo Carlos Galán, y su mujer Aurora), mesa y mantel en donde me enseñó mucho sobre la vida y la docencia. Tiene un enorme defecto. ¿Lo adivinan? Es atlético, pero una excelente persona (lo que no es incompatible), a quien admiro y quiero.