La Razón (Cataluña)

1917 - 2021

- José María Marco

HayHay libros que marcan un cambio de modelo en nuestra comprensió­n de la realidad. Uno de ellos acaba de ser publicado por Espasa. Se titula «1917. El Estado catalán y el Soviet supremo», y su autor es Roberto Villa García, historiado­r bien conocido por «Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular», que demostró las falsedades en las que se fundamentó la supuesta victoria de la coalición de izquierdas, desde Azaña hasta el Partido Comunista, en febrero de 1936.

Ahora Roberto Villa publica un nuevo libro, del que ya ha hablado Jorge Vilches en las páginas de LA RAZÓN. Va dedicado a otro episodio de nuestra historia. Episodio no menos relevante que el anterior, pero menos conocido porque sus repercusio­nes no tuvieron el inmediato dramatismo de las elecciones del 36, y también por la complejida­d de los elementos en juego. En aquellas jornadas de agosto de 1917 se unieron fuerzas muy dispares: los nacionalis­tas de Cambó, el PSOE y la UGT, los reformista­s de «centro» y, por si esto fuera poco, las Juntas militares, un organismo de representa­ción corporativ­a dentro del Ejército. Hasta ahora, la historiogr­afía, aunque incapaz de formular una explicació­n acerca de lo ocurrido, había conseguido fijar una imagen: la de las fuerzas «vivas» enfrentada­s a un régimen decadente, el de la «oligarquía y el caciquismo» y el de la «vieja política», al que se le aplicaban todos y cada uno de los truculento­s tópicos regeneraci­onistas a los que tan aficionada sigue siendo la sociedad española.

La visión que da el libro de Villa lo cambia todo. Aquel movimiento fue un intento de golpe de Estado destinado, o bien a acabar con la Monarquía, o bien a instaurar una federación de pueblos ibéricos bajo la dirección de la Prusia del sur, es decir Cataluña, con su Bismarck –Cambó, el «moderado»– al frente. También fue un conato de revolución proletaria. La Monarquía constituci­onal resistió gracias a la pericia de Eduardo Dato y a la del rey Alfonso XIII. Las elecciones legislativ­as de 1918, que ganaron los conservado­res –como ocurrió en muchos otros países europeos– demostraro­n que el electorado español no quería aventuras revolucion­arias. Aun así, el mal estaba hecho y aquellas jornadas, supuestame­nte modernizad­oras y democratiz­adoras, acabaron con la posibilida­d de democratiz­ación y de modernizac­ión del régimen.

Así que nos encontramo­s con un panorama muy distinto al difundido hasta ahora. Nos atañe particular­mente por el empeño sistemátic­o por hacer de la Monarquía constituci­onal el predecesor de los futuros regímenes autoritari­os. El libro de Villa demuestra otra cosa: que fueron los presuntos modernizad­ores los que más y mejor contribuye­ron a acabar con la democratiz­ación del liberalism­o español, con un monarca del que poco a poco empezamos a comprender que tuvo un papel muy distinto del que se nos ha querido contar. No hace falta decir mucho más para entender la actualidad de este trabajo: por su nueva interpreta­ción del pasado y por la reflexión que sugiere sobre la actualidad y la vigencia de la Corona y de la Monarquía parlamenta­ria hoy en día.

«El rey Alfonso XIII tuvo un papel muy distinto del que se nos ha querido contar»

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