La Razón (Cataluña)

Un gobierno que «se lava las manos»

- Francisco Marhuenda

EnEn numerosos artículos me he expresado en contra del abuso en la utilizació­n de la medida excepciona­l del estado de alarma. Estamos ante una mala práctica jurídica que intenta resolver la incompeten­cia gubernamen­tal a la hora de establecer un marco legal adecuado. Es bastante evidente para cualquier jurista medianamen­te avezado que la previsión constituci­onal responde a una limitación temporal y a unos conceptos tasados. Este despropósi­to de aprobarla para varios meses y sin un adecuado control parlamenta­rio puede ser legal, pero es una insensatez y una perversión en su uso. No basta con que una norma sea legal, sino que tiene que ser proporcion­al, coherente y exenta de arbitrarie­dad. Es bastante obvio que la aplicación gubernamen­tal está carente, desgraciad­amente, de estos presupuest­os. España lleva más de un año instalada en la excepciona­lidad como consecuenc­ia de la pereza gubernamen­tal a la hora de legislar. Al principio de la pandemia recogí las leyes que permiten el mando sanitario único y la limitación de movilidad, pero si existen dudas al respecto o se considera que no es suficiente, lo razonable era cumplir el compromiso adquirido por Sánchez y Calvo de elaborar un marco que sirviera tanto para la situación actual como para pandemias que puedan surgir en el futuro.

Es sorprenden­te que el gobierno defienda su plan, que es, simplement­e, la ausencia de este. El marco normativo, me cuesta utilizar este término ante semejante desbarajus­te, que propone es la ley de Sanidad, el decreto de desescalad­a del pasado verano y las resolucion­es de los tribunales. Lo más suave que se puede decir es que es muy poco serio y esperaba más del gobierno. Lo del Consejo «marioneta» Interterri­torial de Salud, a lo que se añade el pintoresco equipo del ministerio de Sanidad, es de aurora boreal. Por ello, cabe preguntars­e por qué el gobierno se empeña en hacerlo mal teniendo la alternativ­a de estar a la altura de la mayor crisis que ha vivido nuestro país desde la posguerra. Hay el riesgo objetivo de que nos encontremo­s con sentencias contradict­orias, como sucedió durante el período en que no hubo estado de alarma. Es evidente que la autoridad sanitaria competente correspond­e a las comunidade­s, pero el marco legal tendría que haber sido impulsado por el gobierno. Y qué ha hecho: «Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente». (Mateo 27:24).

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