¿Solo veinte años?
Me pregunto si la joven menor de Burriana a la que dos temporeros que trabajaban en la recogida de la naranja, vejaron, maltraron y violaron, aquella madrugada del 1 de enero de 2019, podrá olvidar algún día ese episodio que tanto sufrimiento le causó. Los acusados y ya condenados no pasarán más de veinte años en la cárcel, pese a sus condenas de 23 y 21 años. Y cuando salgan estarán en libertad vigilada durante otros 8, además de no poder acercarse a la víctima en 10. Parece mucho tiempo, pero ella no se liberará del castigo de un recuerdo imborrable, en toda su vida. Las marcas de las lesiones en la cara, brazos, codos, mamas, espalda rodillas, abdomen, muslos, ingles, región anal y vulva quizás sanaron al poco tiempo, pero la herida en su cabeza y su corazón seguirá abierta toda la vida, pese a la ayuda de profesionales y sentirá la sal sobre ella el mismo día en el que sepa que salen a la calle, aunque hayan pasado dos décadas, que, muy probablemente, tampoco se cumplirán. Es muy difícil saber qué condenas son las justas. Pero, sin duda, no parece suficiente que las penetraciones vaginales, anales, bucales y los tocamientos a una menor durante toda una noche se «paguen» con 20 años, que, insisto, seguro que no cumplirán. Sobre todo porque todos esos actos constituyen otra manera de matar. Una suerte de asesinato que, sencillamente, cercena la vida de la persona que los padece que, jamás, jamás, volverá a ser como era. Si a esto le sumamos que son muy escasos los violadores que salen rehabilitados de prisión, ¿de verdad nos parece que, con veinte años, zanjamos el asunto. A mí, desde luego, no.
«Parece mucho tiempo pero ella no se liberará del castigo de un recuerdo imborrable en toda su vida»