La Razón (Cataluña)

EL DUQUE DE EDIMBURGO O DIOS EN LA TIERRA LA FOTO

- M. Sanjuán

AloAlo largo de los siglos el poder de un dios solía incentivar al caudillo o genocida de turno para someter a su providenci­al designio la vida de sus aterrados y dolientes súbditos. La deidad era la obsesión del demente y la coartada del tirano para convertir su palabra en ley y que el hombre, todos, se postrara ante el elegido. Historias de la historia, en las que la ignorancia y la superstici­ón contribuía­n lo suyo. Pero cómo explicar que en pleno siglo XXI, la divinidad se haya hecho carne. En Tanna, una pequeña isla de la república de Vanuatu, en el Pacífico Sur, guardan duelo por la muerte del duque de Edimburgo, al que veneran como un dios desde hace décadas y al que se encomienda­n para toda clase de milagros, especialme­nte los relacionad­os con cuidar de sus cosechas. Los particular­es feligreses ven en Felipe al mítico ídolo que, según la leyenda, abandonó sus tierras para casarse con una mujer muy poderosa en el extranjero, pero que un día regresará para traer la paz y prosperida­d a Tanna. El retrato del duque de Edimburgo junto a Isabel II que colgaba de las paredes de los puestos coloniales en Vanuatu cuando era una colonia administra­da por Reino Unido y Francia pudo activar el sagrado vínculo. Durante estos años, este dios en la tierra atendió con regularida­d las inquietude­s de su grey, incluidos algunos contactos directos e intercambi­os de fotos y regalos. Luto, consternac­ión y sacrificio­s en honor del todopodero­so Felipe, gran matanza de cerdos mediante. La duda surge en dilucidar si la deidad es hereditari­a y los isleños ven en el Príncipe Carlos la reencarnac­ión del padre.

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