La Razón (Cataluña)

Pep rompe su maldición

El técnico español alcanza por primera vez las semifinale­s con el Manchester City. Empezó perdiendo, pero remontó y se medirá al PSG. Haaland se va de la eliminator­ia sin brillar

- Francisco Martínez

Emre Can le explicaba al árbitro español Del Cerro Grande que el balón le había dado primero en la cabeza y después en el brazo. Y no mentía. Así sucedió, pero eso no significa que el penalti estuviera mal señalado. Esa posición del brazo, tan estirado, delató al centrocamp­ista del Dortmund. Mahrez marcó la pena máxima y Guardiola respiró. Ese gol le clasificab­a después de no tenerlo claro, de haber empezado perdiendo, de estar eliminado durante 40 minutos. Por si acaso, Foden marcó el segundo y ya sí: Pep rompió su maldición y por primera vez se mete en semifinale­s de la Champions con el Manchester City, tras caer una vez en octavos y tres en cuartos.

Pero para llegar ahí tuvo que pasar un mal rato el líder de la Premier. Le molestaba la presión del Borussia Dortmund. Al equipo equipo inglés le costaba tener el control, reconocers­e en el campo, y Bellingham encontró un disparo que buscaba la escuadra y que se fue dentro. Fue un acción un poco confusa, pero bien resuelta, parecida a la que un rato después tuvo De Bruyne, pero el belga se estrelló con el larguero y se mantenía la sorpresa, el 1-0 que clasificab­a a los alemanes.

Decir Borussia Dortmund hoy en día es decir Haaland, uno de los jugadores de moda en el continente que, sin embargo, se marcha de los cuartos de final sin marcar y sin haber ofrecido demasiado, apenas su toque maestro en la ida que permitió a Reus marcar. Ayer, nada de nada. Es verdad que después del gol, la situación del encuentro tampoco se puso bien para un finalizado­r como es él. Si no le llegan balones, imposible que haga nada. El City, por fin, se adueñó de la pelota y comenzó un ataque quizá demasiado pausado. Poco después del gol el conjunto alemán tuvo un cabezazo de Akanji tras el saque de un córner que hubiera sido mortal. Paró Ederson y los germanos empezaron a dejar de atacar. Metidos atrás por su rival, defendiero­n juntos, bien y de forma solidaria, pese a ser un equipo con fama de anárquico y de conceder demasiado. No era el día para ser fiel a esa etiqueta, porque eso hubiera supuesto cavar su tumba rápidament­e.

Le costaba al Manchester City menear la pelota con rapidez. La tenía en las zonas donde no hay peligro, pero cuando quería llegar más allá se estrellaba. Mucha gente por el centro y poca precisión de Zinchenko cuando llegaba por la izquierda. Él, al menos, llegaba, porque al otro lateral, Walker, le costaba más. No tuvo demasiadas ocasiones el equipo de Guardiola, pero sí un par interesant­es para haber igualado el choque antes del descanso. El larguero de De Bruyne y un tiro de Mahrez que Birmingham, el autor del gol, salvó. Se podría decir que ahí consiguió un doblete, si se tiene en cuenta que salvar un gol cantado puede valer lo mismo que marcar uno.

Pero la dinámica del partido era la misma y en cualquier acción podía llegar el empate. Fue en el absurdo penalti que deja señalado a Emre Can, ya que en la ida un claro error suyo en el centro del campo propició uno de los tantos del Manchester City. No estuvo ni cerca de hacer algo más el Dortmund. Su rival durmió el partido con los pases y Foden cerró el marcador con un tiro desde fuera del área. Eso obligaba a los locales a marcar tres más. Justo después, llegó el primer disparo de Haaland. El Citu ya estaba en semifinale­s.

Emre Can ha quedado marcado en la eliminator­ia, tras regalar un gol en la ida y un penalti en la vuelta

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AP Guardiola celebra con Foden el segundo gol del City
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