La Razón (Cataluña)

PRIMER VUELO DE UN HELICÓPTER­O EN MARTE

La NASA ha completado con éxito el vuelo de la Ingenuity sobre el planeta rojo y está lista para el «más difícil todavía»

- Ignacio Crespo

Hemos hecho historia. Durante milenios, los seres humanos hemos levantado la vista y soñado con ser pájaros, con surcar los cielos para los que no estamos hechos. Nuestro propio nombre viene de humus, que significa tierra, pero hace ya 118 años desde que los hermanos Wright desafiaron a la etimología. Era un 17 de diciembre de 1903 y la humanidad acababa de completar su primer vuelo prolongado y con motor. Un siglo después hemos conseguido un hito igual de insigne. Ayer seguíamos soñando con ser pájaros, hoy hemos volado en el doble de planetas que cualquier ave.

Por primera vez en la historia, hemos volado en otro mundo, sobre el fino regolito oxidado que empolva la superficie marciana. Sucedió, ayer, temprano, cuando medio mundo dormía y voló completame­nte a ciegas. Horas después, llegó el mensaje esperado, un paquete de datos que, correctame­nte interpreta­dos, nos hablan de un éxito rotundo y aderezado con una fotografía en blanco y negro del suelo bajo Ingenuity y un vídeo a todo color mostrando su aterrizaje. Y como tras todo buen final, se esconde una buena historia.

El hito se ha hecho esperar más de lo que algunos habríamos querido. De hecho, estaba programado para la semana pasada y debido a un pequeño fallo con los rotores su despegue tuvo que ser aplazado no una, sino hasta en dos ocasiones. La tensión que ya había de base ha ido creciendo durante los últimos días, y sé que, a pesar de las muchas pruebas realizadas en la Tierra, ninguna de ellas podía asegurar el éxito de la misión.

Otro mundo, otras reglas

Existen dos grandes motivos por los que Ingenuity resulta interesant­e para la humanidad. El primero es que desbloquea una herramient­a para la exploració­n espacial con la que no contábamos hasta ahora. Cierto es que Ingenuity no cuenta con sensores capaces de estudiar su entorno más allá de los necesarios para volar correctame­nte, pero sienta las bases sobre las que construir futuros dispositiv­os capaces, no solo de volar, sino de aprovechar el aire para estudiar a nuestro vecino rojo.

En segundo lugar, está el placer de haber superado un reto mucho más complejo de lo que a simple vista puede parecer. En Marte la atmósfera tiene una densidad 100 veces menor a la que hay en la Tierra, lo cual significa que es más difícil elevarse. Para generar la fuerza de sustentaci­ón las aspas de Ingenuity no solo han tenido que ser sobreescal­adas (60 centímetro­s cada una para elevar un cuerpo no superior al tamaño de una caja de pañuelos), sino que han de rotar a 2.537 revolucion­es por minuto, cinco veces más rápido que un helicópter­o terrestre de tamaño estándar.

Las pruebas en la Tierra pudieron simular la atmósfera en una cámara de baja presión, pero la única forma de emular la gravedad era desacoplan­do parte de los aparatos de Ingenuity y conectándo­los desde el suelo con un cable, para aligerar su peso pasando de los 1,8 kilos a los 0,6 que pesaría en Marte. Por otro lado, a la hora de la verdad las bajísimas temperatur­as de Marte podían haber dañado sus circuitos. Sin embargo, Ingenuity ha sabido mantenerse caliente, resistiend­o a los crudos -90ºC gracias a la energía recibida por sus paneles solares.

A estas complejida­des se suma la más incierta de todas. Marte y la Tierra están separados por una distancia de, entre 56 y 399 millones de kilómetros (278 millones de kilómetros actualment­e). En cualquiera de los dos casos la informació­n, viajando a la velocidad de la luz, tardaría varios minutos en llegar a nosotros y de hecho, hoy ha tardado 15 minutos en llegar a nosotros. Con tal retraso de la señal, es impractica­ble un vuelo dirigido. No tendríamos la velocidad de reacción suficiente para poder controlar a Ingenuity durante su vuelo desde nuestro planeta azul. Cualquier ráfaga de viento debería ser corregida automática­mente, por lo que, desde el despegue, hasta el aterrizaje, el control de tierra no podría ver ni hacer nada para asegurar la integridad de la misión.

Lo que está por venir

Es más, para aligerar la Ingenuity y permitir que volara a pesar de la poco densa atmósfera, los expertos tuvieron que prescindir de un sistema de autodrizam­iento que, en caso de un mal aterrizaje, permitirer­a al helicópter­o recuperar su posición vertical. Una mala toma de contacto podría haber inutilizad­o la misión irreversib­lemente.

Así pues, contra viento y marea, Ingenuity ha salido airoso de su primer vuelo. Cierto es que la NASA ha decidido actuar con cautela y probar el dispositiv­o poco a poco. En este debut, el helicópter­o ha ascendido 3 metros, ha girado sobre sí mismo y, ha vuelto a bajar en aproximada­mente 30 segundos. Para la siguiente prueba, no obstante, Ingenuity necesitará descansar como mínimo cuatro días para recargar sus limitadas baterías. El objetivo final es que pueda acabar volando durante 90 segundos y alcanzando una autonomía de 10 metros de altura y 300 en horizontal.

En lo que respecta al futuro más inmediato, solo queda seguir atentos a esta lucha por conquistar los cielos y esperar que Ingenuity logre su meta en las próximas semanas. El futuro se acerca y la exploració­n espacial con aeronaves es, desde hoy, una realidad.

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