Por qué el control de Berlín fue un fracaso
El Tribunal Constitucional alemán declaró recientemente que el control de alquileres decretado por el Ayuntamiento de Berlín en la ciudad era anticonstitucional: anticonstitucional: no tanto por el fondo de la cuestión (cómo la medida ataca a la propiedad privada y qué efectos negativos decisión) cuanto por las formas (la falta de competencia del consistorio para tomar semejante medida).
Ahora bien, dado que Podemos sigue apelando a Berlín como el ejemplo a seguir para el conjunto de España, acaso convenga entrar en el fondo del asunto analizando las consecuencias adversas que, pese a los pocos meses durante los que la medida estuvo en vigor, ya generó en la ciudad de Berlín. Primero, y para regocijo de los defensores de esta medida, es verdad que los precios de los alquileres regulados dejaron de aumentar en la capital alemana a pesar de que, en el resto de grandes ciudades del país, continuaron en paralelo con su escalada.
Tampoco es sorprendente: si se prohíbe que suban los alquileres de los inmuebles construidos antes de 2014, pues los alquileres de los inmuebles construidos antes de 2014 dejan de subir. Pero los defensores de la normativa suelen olvidar que esa congelación de los alquileres genera otras reacciones menos satisfactorias. Así, en segundo lugar, la oferta de viviendas en régimen de alquiler regulado se hundió un 50% tras el anuncio de la medida (mientras que en otras grandes ciudades alemanas aumentó alrededor de un 5%). Y, en tercer lugar, como la oferta de viviendas en régimen de alquiler desregulado no pudo compensar la caída previa, al arrendamiento de estos inmuebles se disparó casi un 10%. En definitiva, los efectos han sido aquéllos que la literatura económica pronosticaba de manera bastante consensuada: menor accesibilidad real a la vivienda. Siendo así, ¿cómo es posible que haya personas que sigan promoviendo este tipo de políticas? Pues porque, aun cuando en términos generales no sean beneficiosas, sí pueden serlo para algunos: aquellas personas que ya estén viviendo de alquiler salen indudablemente ganando de que se les prohíbe a sus caseros aumentar estas rentas; en cambio, los individuos que aspiren a encontrar un inmueble para alquilar (por ejemplo, porque quiere emanciparse de sus padres o
quieren mudarse a la ciudad) salen muy notablemente perjudicados en tanto en cuanto la vivienda en alquiler se reduce de manera muy acusada y, en su caso, sólo cabe encontrarla a precios cada vez mayores.
Por eso, si el objetivo es aumentar la accesibilidad de vivienda a precios progresivamente menores, el instrumento para lograrlo no es el control de alquileres propuesto por Podemos, sino la liberalización del mercado inmobiliario para construir más y aumentar consiguientemente la oferta.