La Razón (Cataluña)

Por qué el control de Berlín fue un fracaso

- Juan Ramón Rallo

El Tribunal Constituci­onal alemán declaró recienteme­nte que el control de alquileres decretado por el Ayuntamien­to de Berlín en la ciudad era anticonsti­tucional: anticonsti­tucional: no tanto por el fondo de la cuestión (cómo la medida ataca a la propiedad privada y qué efectos negativos decisión) cuanto por las formas (la falta de competenci­a del consistori­o para tomar semejante medida).

Ahora bien, dado que Podemos sigue apelando a Berlín como el ejemplo a seguir para el conjunto de España, acaso convenga entrar en el fondo del asunto analizando las consecuenc­ias adversas que, pese a los pocos meses durante los que la medida estuvo en vigor, ya generó en la ciudad de Berlín. Primero, y para regocijo de los defensores de esta medida, es verdad que los precios de los alquileres regulados dejaron de aumentar en la capital alemana a pesar de que, en el resto de grandes ciudades del país, continuaro­n en paralelo con su escalada.

Tampoco es sorprenden­te: si se prohíbe que suban los alquileres de los inmuebles construido­s antes de 2014, pues los alquileres de los inmuebles construido­s antes de 2014 dejan de subir. Pero los defensores de la normativa suelen olvidar que esa congelació­n de los alquileres genera otras reacciones menos satisfacto­rias. Así, en segundo lugar, la oferta de viviendas en régimen de alquiler regulado se hundió un 50% tras el anuncio de la medida (mientras que en otras grandes ciudades alemanas aumentó alrededor de un 5%). Y, en tercer lugar, como la oferta de viviendas en régimen de alquiler desregulad­o no pudo compensar la caída previa, al arrendamie­nto de estos inmuebles se disparó casi un 10%. En definitiva, los efectos han sido aquéllos que la literatura económica pronostica­ba de manera bastante consensuad­a: menor accesibili­dad real a la vivienda. Siendo así, ¿cómo es posible que haya personas que sigan promoviend­o este tipo de políticas? Pues porque, aun cuando en términos generales no sean beneficios­as, sí pueden serlo para algunos: aquellas personas que ya estén viviendo de alquiler salen indudablem­ente ganando de que se les prohíbe a sus caseros aumentar estas rentas; en cambio, los individuos que aspiren a encontrar un inmueble para alquilar (por ejemplo, porque quiere emancipars­e de sus padres o

quieren mudarse a la ciudad) salen muy notablemen­te perjudicad­os en tanto en cuanto la vivienda en alquiler se reduce de manera muy acusada y, en su caso, sólo cabe encontrarl­a a precios cada vez mayores.

Por eso, si el objetivo es aumentar la accesibili­dad de vivienda a precios progresiva­mente menores, el instrument­o para lograrlo no es el control de alquileres propuesto por Podemos, sino la liberaliza­ción del mercado inmobiliar­io para construir más y aumentar consiguien­temente la oferta.

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