La Razón (Cataluña)

Dardos cruzados entre la Iglesia e Ione Belarra por los abusos

El nuncio defiende la credibilid­ad de los obispos y la ministra arremete por carta

- J. Beltrán -

Las intervenci­ones de los nuncios a micrófono abierto en las reuniones semestrale­s de los obispos suelen ser tan institucio­nales como genéricas. Hasta ayer. El embajador vaticano Bernardito Auza se dejó los circunloqu­ios a un lado para sacar la cara por los obispos españoles en relación al que considera «trabajo bien realizado» frente a la lacra del pederastia eclesial.

El diplomátic­o de la Santa Sede entraba por voluntad propia en la crisis abierta el pasado jueves por la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, que aprovechó la aprobación de la ley de protección de infancia en el Congreso para tachar a la Iglesia de ser «cómplice demasiadas veces» de la violencia sexual contra los menores. «Nadie puede poner en duda la credibilid­ad de la Iglesia en sus declaracio­nes y actividade­s», le replicaba el nuncio en la mañana de ayer ante la Asamblea Plenaria de primavera que reúne durante esta semana a los pastores para programar la líneas de acción pastoral para los próximos cinco años.

Auza llegó a subrayar que «nadie puede interpreta­r falta de transparen­cia negativa a secundar lo que el Papa pide al respecto». Es más, no dudó en respaldar el comunicado que lanzó el pasado viernes el secretario general de los obispos, Luis Argüello, que tildó las palabras de la ministra Belarra como «gravemente injustas» propias de un «rancio antiDerech­os clericalis­mo». A partir de ahí, el nuncio instó a los prelados a continuar trabajando para «afrontar juntos» el que calificó como «doloroso tema».

Minutos antes en su discurso inaugural, el presidente de la Conferenci­a Episcopal, el cardenal Juan José Omella, había incluido una referencia a la cuestión. En el texto, el también arzobispo de Barcelona escribió que «el compromiso de la Iglesia en este punto es incuestion­able con las nuevas normas de imputabili­dad». En esta misma línea, el también arzobispo de Barcelona recogía la necesidad de formar a los futuros sacerdotes buscando prevenir «todo tipo de clericalis­mo y de futuros abusos ya sean sexuales, de conciencia o de poder».

Tanto el nuncio como el cardenal se verían contestado­s poco después, cuando el Ministerio de Sociales desvelaba que Ione Belarra les había enviado una carta en la que señalaba que la Iglesia católica española «está lejos de cumplir con los compromiso­s exigidos por el papa Francisco ya que no ha investigad­o en profundida­d los casos de abusos sexuales a menores en el seno de esta institució­n». Y trasladaba su sorpresa por la reacción de los obispos a sus palabras en el Congreso de los Diputados, donde acusó a la Iglesia de haber sido cómplice demasiadas veces en nuestro país de encubrimie­nto de la violencia sexual contra los niños y niñas.

Tras estas palabras, los obispos emitieron un comunicado el pasado viernes en el que acusaron a Belarra de ensuciar la labor de la Iglesia católica con estas declaracio­nes. «Tengo que transmitir­le nuestra sorpresa ante su declaració­n a través de una nota de prensa puesto que su adhesión y compromiso público con los postulados del papa Francisco a este respecto son de sobra conocido», señala Belarra en la misiva, en la que recuerda que el pontífice se ha mostrado especialme­nte beligerant­e contra esta lacra, llegando a exigir la renuncia de los obispos que encubren estos casos.

Además, indica la ministra, Francisco ha pedido a las autoridade­s y miembros de la Iglesia que no se guarde silencio sobre estos graves delitos y que se haga lo necesario para que salgan a la luz de forma transparen­te.

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El embajador vaticano Bernardino Auza dio la cara por la actuación de los obispos españoles

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