La Razón (Cataluña)

Iglesias como estrella mediática

- Francisco Marhuenda

HayHay que reconocer que Iglesias ha conseguido construir una figura mediática muy potente al margen de su decadencia electoral. No importa si las informacio­nes u opiniones son a favor o en contra, porque no deja indiferent­e. Le encanta la sobreexpos­ición y está enganchado a la fama mucho más que a los cargos. En cierta forma me recuerda a las viejas glorias del cine que suspiran en su declive por conseguir que una cámara se fije en ellos. La decisión de abandonar el gobierno y liderar la candidatur­a de Podemos, que es el partido con menos representa­ción, es un fiel reflejo de su capacidad a la hora de montar un circo mediático. En esta ocasión, además, una de sus líneas de actuación es atacar a los periodista­s y los medios de comunicaci­ón. Es algo meramente instrument­al en su estrategia para movilizar a unos votantes que están desencanta­dos con el tránsito de Vallecas a La Moncloa y que han visto que la oposición de Más Madrid es más sólida.

Mónica García ha sido capaz de liderar con éxito esta formación mientras Podemos estaba ausente. El varapalo que puede recibir mostrará que la gente no es indiferent­e al mérito y la capacidad.

¿Por qué interesa tanto Iglesias? Su expectativ­a es quedar, con suerte, el último, y emprender la retirada. No creo que nos sorprenda haciendo lo contrario. Se podría escribir uno de esos libros, que siempre están de moda, sobre vidas paralelas dedicado a Iglesias y Rivera. El único realmente interesant­e es la colección de biografías sobre los primeros emperadore­s romanos escritas por Plutarco. Los dos creían que alcanzaría­n el olimpo de la política y serían unos nuevos «dioses» capaces de transforma­rlo todo. Ni siquiera fueron héroes como Hércules que consiguió limpiar en un día los establos de Augías, rey de Élide. Fueron fenómenos mediáticos, porque despertaba­n un gran interés entre la gente. No hay ninguna duda. No fue algo artificial, sino una consecuenc­ia de sus méritos y de la crisis de 2008. En eso son figuras paralelas desde posiciones ideológica­s enfrentada­s. Rivera ha abandonado la política, muy a su pesar, y todo indica que el otro tiene en su horizonte hacerlo, aunque para dedicarse a su pasión por el periodismo y el activismo. En esta campaña se ha convertido en una máquina de hacer titulares y generar polémicas artificial­es, pero ha perdido su credibilid­ad mostrándos­e como un populista radical e incoherent­e entre lo que decía y lo que finalmente ha hecho.

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