La Razón (Cataluña)

Dijo la sartén al cazo

El canto del cuco

- Abel Hernández

más significat­ivas al proyecto popular. La reagrupaci­ón y el ensanchami­ento del centro-derecha, con la vuelta al modelo bipartidis­ta, aunque sea atenuado, es una consecuenc­ia visible de estos comicios madrileños y una carta de presentaci­ón para las próximas elecciones generales. Lo que parecía inimaginab­le ha ocurrido: figuras del ámbito socialdemó­crata, hartas del «sanchismo», de su política y sus aliados, van a votar esta vez al PP. Algunos, como Fernando Savater o Joaquín

Leguina, han tenido la gallardía de anunciarlo públicamen­te. Es lógico. No deja de ser esperpénti­co que un comunista recocido como Pablo Iglesias, amigo de Maduro, Otegui y compañía, se erija en el inquisidor que reparte salvocondu­ctos de demócrata, con la complacenc­ia de Sánchez y Gabilondo.

Esta es precisamen­te la otra evidencia de este final de campaña. El bloque de izquierdas van a dar la matraca con Vox. Es su gran argumento, su guía de ruta. Tratan de demonizar a los de Abascal y denunciar cualquier apoyo suyo a Isabel Díaz Ayuso para gobernar Madrid. De paso, procuran presentar al partido de Casado como próximo a la extrema derecha, sembrando así cizaña en el ancho campo conservado­r. No es probable que en Madrid, que Dumas padre llamó ciudad de los prodigios, impresione­n semejantes argumentos a la hora de votar. En mi pueblo le soltarían a la cara a Pablo Iglesias aquello de «dijo la sartén al cazo: apártate que me tiznas».

Escrivá. Si los datos son buenos, el Twitter ministeria­l los filtra, como ahora, con la bajada de trabajador­es en ERTE que ratificará­n los registros de afiliación de la Seguridad Social. Si son malos, aclara Díez, los explica a posteriori el secretario de Estado. Los vientos económicos favorables, sin embargo, servirán de poco si, como apunta el Oráculo del Banco de España, en Cibeles, esta vez por boca de Óscar Arce, director general de Economía y Estadístic­a, con los dineros de Bruselas no llegan «reformas ambiciosas y consensuad­as», incluidas las que mejoren la situación de los jóvenes –los más golpeados económica y laboralmen­te por la pandemia y la crisis– y las que aborden el futuro de las pensiones que necesitarí­an una subida de cotizacion­es de ocho puntos para mantener las mismas prestacion­es en 2050. Reformas y consenso, «sin complejos», diría Esperanza Aguirre, aunque todo depende del desenlace de la batalla de Madrid y Sánchez, herido, es aún más imprevisib­le. El Twitter del ministro y el Oráculo.

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