La Razón (Cataluña)

Todos a Gibraltar

- Humberto Montero

Los impuestos son necesarios, pero cuanto más lejos, mejor. Habitualme­nte cargamos contra los paraísos fiscales. Con razón, ya que parasitan la recaudació­n impositiva de otras naciones donde la presión fiscal es muy superior. A veces asfixiante y confiscato­ria. Sin embargo, no existe ni un solo paraíso fiscal donde la gente viva mal, con nula sanidad o educación o con escasas rentas que impidan a sus ciudadanos costearse las necesidade­s. De hecho, en estos países-garrapata se vive bastante bien, incluso a cuerpo de rey. ¿Y quiénes son los que «deslocaliz­an» en estos lugares sus capitales? Quienes pueden permitírse­lo. Así que esta ecuación demuestra tres cosas. La primera es que se puede vivir de lujo en lugares con muy bajos impuestos, Holanda es un ejemplo. La segunda es que cuanto más altos tengan los tributos los vecinos, mejor se vive en un paraíso fiscal. Y la tercera, quizás la más notable por lo que nos correspond­e, es que cualquier subida impositiva la acabamos pagando los «currantes», los que estamos bajo el radar del sheriff de Nottingham. A nosotros no nos sale a cuenta sacar nuestro dinero fuera y tampoco podríamos permitirno­s un asesor competente de traje italiano.

Sánchez pretende engordar el estómago del insaciable Estado a nuestra costa en vez de aprobar una rebaja fiscal que disponga más dinero en los bolsillos de los ciudadanos, como hace el resto del universo. Porque cuanto más dinero nos dejan, más gastamos, ahorramos e invertimos, lo que genera mayor recaudació­n, crecimient­o y empleo de calidad, lo que necesitamo­s.

Lo fácil para cualquier gobernante es apelar a la redistribu­ción de las rentas guiada por el «papá Estado» y crear redes clientelar­es. Lo complicado es crear riqueza para todos.

Pero cuidado, España está rodeada de países «amables» donde el dinero es siempre bienvenido. Igual que comprar y matricular un coche en Portugal sale a cuenta, pronto puede pasar lo mismo con una cuenta en Jersey, Malta, Andorra o Irlanda. Y Gibraltar pilla de camino a la playa. Al fin, ante el vicio de pedir, la virtud de no dar. Yo, por si acaso, ya hablo inglés con acento de Chiclana.

«Keep calm, mi arma».

Sánchez nos quiere crujir a impuestos. Pero cuidado, España está rodeada de países «amables» donde el dinero es bienvenido

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