La Razón (Cataluña)

Bye, bye, Truss

- Sandra Golpe

UnUn sinfín de «memes» sobre la ya caída Liz Truss inundan las redes sociales. Al final, se cumplió el pronóstico del tabloide Daisy Star: ha durado más la lechuga exhibida que la fugaz primera ministra británica de un país, el Reino Unido, marchito en lo económico, con una inflación nunca vista y la amenaza de una secesión en Escocia. Todo esto, apenas seis años después del referéndum sobre el Brexit y cuando solo han pasado 100 días de la dimisión de Boris Johnson.

Liza Truss quiso convertir su país en el Singapur del Támesis y, con su titubeante paquete de políticas fiscales, ha conseguido justo lo contrario. Se le han puesto enfrente los mercados, los organismos financiero­s y, sobre todo, su propio partido. ¿Quién la sustituirá? ¿Conseguirá­n los conservado­res pactar un candidato de consenso, o asistiremo­s a unas elecciones generales? El hecho de que Boris Johnson haya hecho saber a varios medios que planea presentars­e como candidato solo añade más surrealism­o a la situación. En todo caso, el próximo premier –si los tories logran encontrar a alguien que pueda unirles– se enfrentará a la gran pregunta de su legitimida­d, porque no sale de las urnas.

Caos político al Norte del continente y más de lo mismo al Sur, en Italia, en plena formación de Gobierno estos días (aunque en el caso de los italianos, su forma de concebir y de vivir la política, en permanente crisis, va en el ADN).

No está Europa para más inestabili­dades con una guerra en expansión, que va involucran­do cada vez a más naciones. Suecia y Finlandia se agarran a la protección de la OTAN; Noruega, en alerta, detiene a espías rusos. Los iraníes y los bielorruso­s apoyan sobre el terreno a Putin; Estados Unidos, la Alianza Atlántica, la Unión Europea –y muy posiblemen­te Israel– toman partido por Ucrania en esta

contienda de rumbo imprevisib­le, con el consiguien­te desafío geopolític­o que suponen todos estos movimiento­s. Con la amenaza, incluso, de un ataque nuclear, que nos dejaría al borde del abismo.

Los ucranianos, sin duda, se llevan la peor parte en este escenario. Ya sin la mayoría de sus centrales energética­s en pie, afrontan un invierno de pesadilla. Así es como quiere Vladimir Putin ganar la guerra: matando a Ucrania de frío. Está por ver cómo evitan sucumbir los invadidos.

Los europeos observamos cada día de bombardeos y me da que, a estas alturas, y por mucho que nos apene aquel horror, tiene sentido la última encuesta de Sigma 2 para Antena 3 Noticias: la mayoría reconoce que una paz pactada –con cesiones en uno y otro lado– debería ser prioritari­a. La mayoría empieza a pensar que, más allá de la injusticia que supone la invasión rusa, el bolsillo se resiente. Las cuentas no nos salen.

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