La Razón (Cataluña)

La «premier» más breve

- Philip Catney Philip Catney es dir. de Investigac­ión y prof. de Política en Keele University

UnaUna vez más, el Gobierno de Reino Unido ha colapsado. La dimisión de Boris Johnson no ha puesto fin a los problemas a los que se enfrenta el Partido Conservado­r en el Gobierno. Liz Truss, antigua ministra de Asuntos Exteriores, ganó el liderazgo con un apoyo minoritari­o de los diputados, pero con la mayoría de los miembros del partido. A pesar de haber esbozado un conjunto de políticas económicas radicales en su campaña electoral, muchos comentaris­tas no creyeron que trataría de aplicar recortes fiscales tan amplios, al tiempo que diseñaba un paquete de apoyo a la energía en medio de una recesión inminente. Los mercados monetarios se asustaron por la sensación de que no se podía confiar en que el Gobierno de Reino Unido pagara su deuda y aumentó los costes de los préstamos. Tras unas semanas defendiend­o la política ante el aumento de los tipos de interés y la controvers­ia, Truss acabó destituyen­do a su ministro de Finanzas... porque pretendía aplicar sus políticas.

La primera ministra sustituyó al titular de Finanzas por un antiguo miembro de la cúpula del partido de los años anteriores a Johnson, Jeremy Hunt. A pesar de no contar con el apoyo de más de un puñado de diputados en la contienda por el liderazgo del verano, Hunt se hizo aparenteme­nte con el control de la política económica nacional y dio marcha atrás a la mayoría de las políticas de Truss. Es más, diluyó considerab­le mente la ambición de la política de apoyo a las facturas de la energía. La ministra del Interior también dimitió en las últimas horas con un claro ataque a los giros en falso de la primera ministra británica.

Esto dejó a Truss en una posición extremadam­ente débil en la que sólo había una salida. Las valoracion­es del Partido Conservado­r se han desplomado a niveles inferiores a los de los últimos días del Gobierno de Johnson. El Partido Laborista tiene ahora una ventaja sin precedente­s en las encuestas, que sugiere que el Partido Conservado­r sería eliminado si se celebraran elecciones mañana. Las reglas del Partido Conservado­r sugieren que no debería estar abierta a un desafío de liderazgo en sus primeros doce meses como líder, pero los diputados se movilizaro­n cambiar las reglas para asegurar su salida. Se produjo el jueves un golpe de estado en la política británica, la primera ministra, muy debilitada, siguió tambaleánd­ose hasta caer unas horas más tarde.

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