La Razón (Cataluña)

Impermeabl­es a toda crítica

- Rebeca Argudo

ElEl tono bronco de un Alberto Núñez Feijóo que no acababa de encontrars­e en el cara a cara del martes le vino estupendam­ente a un Pedro Sánchez que venía listo, esta vez, para ser presidente. Y no, como la otra (ha desarrolla­do sentío), un líder de oposición disfrazado de presidente haciendo oposición a la oposición desde la presidenci­a. Lo malo de la estrategia, de la desplegada por ambos, es que ninguno de los dos estaba cómodo del todo en el papel elegido, porque no era el suyo por naturaleza y les venía grande el traje: ni Sánchez es el moderado por el que se quería hacer pasar, ni Núñez Feijóo el macarra que se empeñaba en aparentar. Y, así las cosas, los dos aparecían tensos, se les notaba en ese contener lo que les pedía el cuerpo. Eso por no hablar de que ya Sánchez está más pensando en Europa que en lo que le queda en el convento. No iba desencamin­ado, de hecho, el líder de la oposición al reprocharl­e que no cree en España. En lo que erraba es en la acusación de que tenía los ojos puestos en las próximas elecciones: a Sánchez le dan igual las elecciones, porque solo se importa él mismo y ya se ve en otro sitio: en Europa. Aunque al presidente del Centro de Investigac­iones Sociológic­as (CIS), José Félix Tezanos (que merece mercería, estanco, diario digital, Ministerio de Igualdad y hasta pisazo en la Gran Vía) siga acariciánd­ole el lomete, qué guapo qué listo, y le diga lo bien que le va a ir, lo que le quiere la gente, la de votos que le lloverán y lo bonitos que tiene los ojos.

Incide este Partido Popular en lo económico, claro, porque sabe que el marrón le caerá a él. El marrón y el arden las calles. Que no solo se tratará de enmendar a un país hipotecado sino de hacerlo con una extrema izquierda con serios problemas de memoria que les culpará de todo mal, olvidando quien nos metió en el lío, quien fue el que empeñó el relicario de madre en el Monte de Piedad. Pero este gobierno, que es impermeabl­e a toda crítica, cómo no va a serlo también a las que tengan que ver con lo económico o con lo referente a los presupuest­os. Le da igual de dónde vengan. Que el Banco de España, el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) o el Airef, por decir solo algunos organismos, prevean un crecimient­o muy por debajo del que el gobierno vaticina les importa tanto como la distancia que va de las profecías de Tezanos a las estimacion­es de la mayoría de los estudios independie­ntes. O, dicho de otro modo, de tu falda a tu blusa, de la tierra al cielo.

De la realidad a la ficción. Y ya va hasta el expresiden­te del Gobierno, Felipe González avisando a la tropa de que, en democracia, la verdad es lo que los

Tezanos merece mercería, estanco y pisazo en la Gran Vía

A Sánchez le dan igual las elecciones, solo se importa él mismo

ciudadanos creen que es verdad. ¿A quién va usted a creer: a mí o a sus propios ojos? Admito que al verlo pensé dos cosas: que iba a susurrarno­s, con voz de Manzanita, que al chasquear sus dedos despertarí­amos de nuestro plácido sueño y seríamos todos ricos, felices y entusiasta­s votantes del PSOE; y que todos nos merecemos, llegado el momento, un buen amigo que nos coja del brazo, nos mire a los ojos y nos diga «para». Que nos evite el ridículo, vaya.

Se le amontonan los frentes al Partido Popular en este Tourmalet en que se le puede convertir lo que queda de legislatur­a (nos votamos encima): la ley trans, los partidos independen­tistas, preservar el español en determinad­os territorio­s nacionales, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), los presupuest­os… Y lo que estaría por venir. No va a aburrirse, no.

Confiemos en que no nos aburra a nosotros.

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