La Razón (Cataluña)

Costa Smeralda: surcando el Mediterrán­eo

► Zarpamos a bordo de un buque de Costa Cruceros para descubrir la navegación convertida en viaje de placer

- Julio Castro. BARCELONA

PorPor todo lo que nos ofrecen, los cruceros se han convertido en auténticos destinos vacacional­es en sí mismos; esos mastodónti­cos hoteles flotantes, repletos de atractivos y diversión 24/7 añaden la particular­idad de permitir enlazar varias ciudades y países, lejanos entre sí, sin la necesidad de tener que cambiar de alojamient­o ni estar constantem­ente abriendo y cerrando nuestras maletas. También es cierto que, hasta no hace demasiado tiempo, «hacer un crucero» era sinónimo de un viaje al alcance de unos pocos bolsillos muy pudientes. Gracias a la reciente proliferac­ión de navieras, hoy en día existe una oferta de cruceros tan amplia que es casi imposible no encontrar uno que se adapte a nuestro presupuest­o, por pequeño que sea.

Tan denostados por muchos como adorados por otros, a nadie se le escapa las virtudes de los cruceros: es una fórmula fácil y cómoda para viajar, sobre todo para aquellos que no intentan convertir sus vacaciones en una excitante aventura y prefieren la seguridad del «todo incluido» y las excursione­s organizada­s. Nos adentramos en el peculiar mundo de los cruceros, o la navegación entendida como viaje de placer.

Zarpamos desde Barcelona con el Costa Smeralda, uno de los grandes buques de la compañía Costa Cruceros, convertido en todo un ejemplo de navegación sostenible por ser uno de los primeros buques propulsado­s por GNL (gas natural licuado). El infinito azul del Mediterrán­eo occidental se abre ante la gigantesca proa que nos conducirá, en sucesivas escalas, hasta Palma de Mallorca, Mesina (Sicilia), Roma-Civitavecc­hia, Savona y Marsella, antes de volver de nuevo a la Ciudad Condal; porque hablar de cruceros, inevitable­mente nos lleva a soñar con el Mediterrán­eo, el auténtico «mare nostrum», el destino preferido entre la mayoría de españoles que deciden hacer un viaje así.

Sin que nadie se asuste, los primeros momentos a bordo de un crucero suelen ser un tanto caóticos, pero divertidos si se toman con buen talante. Todo el mundo busca algo: un restaurant­e, la piscina, la recepción… ¡¡Incluso es posible que algún pasajero le aborde para preguntar si sabemos dónde está su camarote!! Es inevitable, el barco es enorme y el primer día nos vamos a perder. Muveces. Muveces. Lo mejor es tomarlo con calma e ir descubrien­do el barco poco a poco, como un atractivo más dentro del propio viaje. En el Costa Smeralda no hay tiempos muertos: todo se reparte entre las visitas organizada­s y la plácida navegación, que se aprovecha para disfrutar a tope del amplio programa de entretenim­iento que nos ofrece el barco. Tendremos la oportunida­d de conocer seis ciudades diferentes sin perder ni un solo minuto en engorrosos traslados a aeropuerto­s, en horas de vuelo ni en check-in en hoteles.

Sin duda, una de las mayores satisfacci­ones que nos puede ofrecer un crucero, si el presupuest­o nos lo permite, es disponer de un camarote exterior con vistas al mar. Contemplar el mar durante la navegación es una de las fórmulas más efectivas para desconecta­r del mundo; ver amanecer desde la cama, una experienci­a inolvidabl­e. En el Costa Smeralda lo tendrán muy fácil para cumplir este sueño, ya que, de sus 2.612 camarotes, 1.628 tienen balcón privado. Otro de los grandes atractivos del Costa Smeralda es su oferta gastronómi­ca; en el barco encontramo­s 19 bares y 11 restaurant­es entre los que destaca el Archipiéla­go, con menús diseñados en exclusiva por tres de los mejores chefs del mundo: Bruno Barbieri, Hélène Darroze y Ángel León. Entre los tres, 16 estrellas Michelin. Difícil de superar…

Y no acaban aquí las grandes sorpresas que nos aguardan en este barco: Costa Smeralda presume de poseer el primer museo a bordo de un crucero, el Co.De «Costa Design Collection», una exposición permanente dedicada al legendario diseño italiano sobre cinco temáticas diferentes: rechas cuerdos, moda, transporte, decoración y complement­os para la mesa. Está situado en el puente siete con forma de túnel de acero; sus creadores han sido Adam Tihany y Matteo Vercelloni, profesores de Historia del Diseño en la universida­d de Milán.

En cuanto a las excursione­s (uno de los grandes defectos que siempre han esgrimido los detractore­s de los cruceros, al considerar­las excesivame­nte cortas), Costa Cruceros ha rediseñado todos sus itinerario­s para conseguir escalas más largas en los puertos; con ello, los huéspedes consiguen más horas (en algunos casos incluso días enteros) para explorar sin prisas los destinos y aprovechar al máximo todo el crucero. Segurament­e, a muchos les seguirá pareciendo poco tiempo, pero, inevitable­mente, es la única forma de poder conocer varias ciudades en tan corto espacio de tiempo. Otra novedad es la oferta de nuevas excursione­s con rutas poco frecuentad­as para descubrir pequeñas joyas ocultas: pueblos pintoresco­s, recónditas playas y lugares mágicos e inesperado­s que muchas veces pasan desapercib­idos. Mario Zanetti, presidente de Costa Cruceros, explica a la perfección esta nueva filosofía de excursione­s: «Queremos que todos los que viajan con nosotros disfruten de experienci­as únicas y enriqueced­oras, descubrien­do destinos de la forma más auténtica, perspicaz y sostenible posible». Toda una declaració­n de intencione­s.

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 ?? REPORTAJE GRÁFICO: JULIO CASTRO ?? Vista panorámica del buque. Abajo, detalle de la cubierta y de sus camarotes con vistas al mar
REPORTAJE GRÁFICO: JULIO CASTRO Vista panorámica del buque. Abajo, detalle de la cubierta y de sus camarotes con vistas al mar
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