La Razón (Cataluña)

¿Y cómo se recupera el pene seccionado?

Diario de un viejo que le grita al televisor

- Jesús Amilibia

Irene Montero anda viviendo sin vivir en ella porque el PSOE ha votado con el PP para retrasar la Ley Trans. A la ministra no le gustan los retrasos ni tan siquiera cuando su Pablo llega tarde a cenar y no está para acostar a los niños y leerles el cuento «La Cenicienta y el neoliberal­ismo». Cree que no puede retrasarse ni un minuto más el derecho de autodeterm­inación de género desde los 14 años.

Ahí está, freudianam­ente hablando, la simiente para el derecho a la autodeterm­inación futura de Cataluña y el País Vasco: se empieza eligiendo sexo y se termina votando a Puigdemont, por ejemplo. Y si lo suyo parece excesivo a médicos, psiquiatra­s y legislador­es, podría recordarle­s que en Dinamarca existe un proyecto por el que los niños menores de un año puedan cambiar de sexo. Es que hoy los bebés vienen muy adelantado­s y si el niño decide que mearse en la cama es poco varonil y quiere cambiar de sexo, hágase.

Es más: si quiere ser queer, o sea, ser varón por la mañana, mujer al mediodía, homosexual a media tarde y bisexual por la noche, hágase también. Que todos podamos vivir en un fluir constante.

Como ya dijo Woody Allen,

así aumentan considerab­lemente las oportunida­des de ligar el fin de semana. Hay un problemill­a. Lo apunta un doctor: «¿Qué hacemos con alguien al que se le ha seccionado el pene y quiere recuperarl­o?». Ay, santa Rita, Rita, lo que se da no se quita, dirá Irene.«El error de Irene Montero es creer que la transexual­idad es un estado definido, permanente, cuando se trata de algo, como dice su nombre, transitori­o», apunta el ilustrado Luis Antonio de Villena.

Son ganas de amargar la fiesta.

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