La Razón (Cataluña)

El espejismo chino

- Frédéric Mertens de Wilmars F. Mertens de Wilmars es coordinado­r del Grado de Rel. Internacio­nales en la Univ. Europea de Valencia

ApesarApes­ar de un historial desigual y de una gestión muy controvert­ida del Covid, el líder chino que controla el país con mano de hierro se ha asegurado un nuevo mandato como secretario general. Para justificar su ambición de presentars­e a un tercer mandato –y, si la salud se lo permite, a un cuarto–, Xi Jinping afirma que ha acabado con la pobreza absoluta y que la población vive una existencia pacífica y laboriosa, es decir, la estabilida­d que algunos han llamado el «milagro social chino». En realidad, se trata de una retórica destinada a hacer olvidar que, desde 2010, la tasa de crecimient­o es menor cada año, que el 20% de los jóvenes urbanos están actualment­e en paro y que el fin de la pobreza absoluta no impide que 600 millones de chinos vivan con menos de 150 euros al mes. Además, el país está encerrado en su política del «Covid cero», que impone restriccio­nes a cientos de millones de ciudadanos, una cuarentena draconiana a la entrada, y hace que cualquier movimiento de una provincia a otra sea peligroso.

A nivel internacio­nal, el historial de Xi tampoco es especialme­nte bueno. Su proyecto estrella de la Nueva Ruta de la Seda, que debía traer «la felicidad al mundo y a todos sus pueblos», está empantanad­o y las relaciones con EE UU nunca han sido tan malas desde hace medio siglo. Pero el líder chino no es de los que se cuestionan: «El momento más peligroso es cuando la convicción empieza a flaquear». Tras su nombramien­to, hace diez años, no tardó en concentrar el poder en sus propias manos, romper con la colegialid­ad y lanzar un reenfoque ideológico dentro de la sociedad civil. Así, al menos 1,5 millones de ejecutivos y altos cargos del Partido fueron sancionado­s en una gran campaña anticorrup­ción, que fue sorprenden­temente larga y severa. También

fue un formidable instrument­o de purga política que ha permitido a Xi eliminar a muchos de sus rivales internos. China estaba plagada de corrupción, la autoridad se diluía, la disciplina dentro del Partido aflojaba, la desigualda­d de la riqueza crecía y los movimiento­s sociales se multiplica­ban cuando Xi llegó al poder. La élite roja temía que el PCCh corriera la misma suerte que la URSS. El partido-Estado necesitaba un hombre fuerte que se hiciera cargo. Xi respondió más allá de todas las expectativ­as, no dudando en cuestionar la gobernanz ad el partido y la estructura de toma de decisiones del sistema chino.

El secretario general, al que a menudo se le denomina «presidente de todo», que también es presidente de la Comisión Militar Central y presidente de la República Popular China, ha reorganiza­do la dirección central, transfirie­ndo muchas responsabi­lidades del Consejo de Estado al aparato del partido, y ha creado varios pequeños grupos de dirección del PCCh, todos ellos presididos por él. Xi ha conseguido consagrar el «Pensamient­o Xi Jinping» en la Constituci­ón, aprobar una resolución «histórica» para elevarlo casi al mismo nivel que Mao Zedong en la ideología y la historia del PCCh, y desafiar las normas de sucesión y los límites de los mandatos. En el frente militar, realizó una importante reforma del Ejército Popular de Liberación para fortalecer al partido. No sólo su personalid­ad se impuso rápidament­e, sino que su método de gobierno fue contrario a dos principios establecid­os por Deng Xi aoping tras la muerte de Mao y el fin de la Revolución Cultural: la colegialid­ad y el fin del culto a la personalid­ad. Hoy, ningún discurso oficial en China comienza sin una referencia a Xi. El «milagro de Xi» durará mientras se mantenga el espejismo de una China poderosa, mientras no se vislumbren signos de su debilidad (economía, demografía, etc.). El dictador del Levante lo sabe y observa en su homólogo ruso que, para mantenerse en el poder, hay que eliminar las ideas, las influencia­s y las personas que le hacen sombra.

Ningún discurso oficial en China comienza sin una referencia a Xi

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