Lola, el brutal crimen que agita a Francia
► El asesinato de la niña de 12 años en París a manos de una argelina reabre el debate de la inmigración irregular
Las flores y las velas siguen inundando el portal del número 119 de la rue Manin de París una semana después del brutal crimen de Lola, la niña de 12 años torturada y asesinada con sus restos abandonados una maleta en plena calle por la noche. Un crimen que ha conmocionado a Francia, pero también la está agitando políticamente en un debate generado a partir del perfil de la asesina confesa de Lola: Dahbia B. una mujer de 24 años con un grave cuadro psiquiátrico, de origen argelino y situación irregular.
«Aquí todo el mundo se conoce, entre comerciantes y vecinos. Imagínese, el barrio está en shock», dice Anne Claire a LA RAZON, una vecina de la misma calle que lleva a sus dos hijos a otra escuela de primaria cercana a la de Lola. Un equipo de psicólogos ha estado toda la semana a disposien ción de padres y alumnos. Por el portal de Lola ha desfilado estos días una nube de investigadores, periodistas, compañeros de clase y vecinos en lágrima viva. Aquí nadie habla de la repercusión política que el caso está teniendo a nivel nacional. Quizás el dolor lo impide, también «la decencia», apuntan algunos vecinos. «Decencia» es lo que pidió el martes en la Asamblea Nacional la primera ministra, Elisabeth Borne, a Marine Le Pen cuando ésta responsabilizó del crimen al «laxismo migratorio» del Ejecutivo galo mientras Emmanuel Macron recibía en esos mismos instantes a los padres de Lola para expresarles su pésame. El duelo nacional se quebró por una monumental bronca política cargada de gritos en una sesión parlamentaria que ha escandalizado a muchos franceses.
La presunta asesina, acusada de homicidio y violación agravada, llegó con un visado de estudiante a Francia en 2016 y en agosto se le comunicó una orden voluntaria para abandonar el territorio en 30 días. Los servicios sociales conocían los graves problemas psicológicos que presentaba la joven y una caótica historia vital marcada por la marginalización y el maltrato. Le Pen agitó una de las consignas habituales de la ultraderecha afirmando que muchos crímenes ocurren en el país por inmigrantes ilegales. Desde las filas del gobierno y de otros partidos se criticó la instrumentalización política del dolor. «Es totalmente indecente utilizar un crimen así para intentar introducir la cuestión migratoria que no tiene nada que ver», dijo Olivier Faure, secretario general de los socialistas.
Poner los datos fríos sobre la mesa ha sido el trabajo de los periodistas estos días, para valorar desde los múltiples matices que tiene el caso y hacerlo sobre una base de respeto hacia la familia. Lo cierto es que menos de un 10% de este tipo de órdenes para abandonar el territorio tienen efecto concreto a causa de los dilatados procesos y, porque en muchos casos, los países de origen rechazan readmitirlos, especialmente en el caso de Argelia. Es por ello que Macron decidió hace unos meses, entre otras medidas de presión, reducir a la mitad las visas concedidas a Argelia. Además, en este caso, la asesina confesa de Lola entró regularmente hace seis años y no fue condenada, lo que explica que se beneficiara de una orden voluntaria. La gestión compleja de ese seguimiento es lo que usa la extrema derecha para hacer la amalgama entre migración y criminalidad. Del otro lado, también es cierto, que muchas veces la izquierda francesa prefiere esquivar toda esta espinosa problemática tachándola de agenda de la ultraderecha en vez de argumentar y explicar las fallas del sistema. El Gobierno francés ha reconocido estos días que hay que «mejorar» la gestión de la inmigración irregular.
La propia Le Pen, desdibujada en el plano político en las últimas semanas con la huelga de las refinerías, un tema en el que le cuesta posicionarse, creía haber encontrado un filón en el «caso Lola» para tocar ese lado visceral que impulsa a la extrema derecha. Pero en las últimas horas, Le Pen, ha reculado. Lo ha hecho al ver cómo el ultra Eric Zemmour salía este jueves por la tarde a las calles con consignas que podían lastrar la imagen mucho más centrada que Le Pen, ahora con grupo parlamentario potente en la Asamblea, ha conseguido. El «caso Lola» ha dejado ese avispero visceral a Zemmour que ha llegado a hablar de «francocidio» para calificar
«Aquí todos nos conocemos. El barrio está conmocionado», comenta una vecina de la misma calle
Le Pen ha reculado en las últimas horas y prefiere ahora un homenaje más púdico
el crimen de Lola. Le Pen ha preferido volver a presentarse como la cara decente de la ultraderecha, la respetable, y ha dejado claro que prefería un homenaje más púdico como los padres de Lola han solicitado.
Paralelamente al uso político del caso, continúa la investigación y la Policía trata de reconstruir al milímetro lo que sucedió entre la desaparición de Lola al salir del colegio a las 15:00 del pasado viernes hasta que un sintecho dio con la maleta donde estaban sus restos. Las cámaras de videovigilancia de su urbanización, con la imágenes de la presunta asesina junto a Lola y los múltiples testigos que conversaron en ese tiempo con ella, han sido claves para esclarecer la responsabilidad de Dahbia B. Múltiples psiquiatras desfilan estos días por los platós para explicar lo inexplicable, una vez que los otros móviles del crimen han sido descartados. La estupefacción por la brutalidad del crimen también lo es ahora por la falta de recato político.