Puigdemont airea un «pacto» para su regreso
► Dice que «gente del PSOE» le ha ofrecido «un buen trato», la «reforma del código penal y un indulto» si se entrega, pero se niega
Carles Puigdemont busca foco e irrumpe en pleno debate sobre la reforma del delito de sedición, condición que Esquerra exige al Gobierno de Pedro Sánchez antes de cerrar la legislatura. Y lo hizo justo ayer, día en que se cumplieron cinco años desde que huyera a Bélgica escondido en la parte trasera de un coche hasta Marsella para luego desplazarse a Bruselas. A través de una carta pública, el ex president de la Generalitat aseguró que, durante este lustro, ha recibido visitas de «varios interlocutores», entre ellos «gente del PSOE» en diversas ocasiones, para generarle «expectativas de un buen trato, vía reforma del código penal y un indulto siempre y cuando accediera a comparecer ante el Supremo». «Seguro que Pedro Sánchez sabe de qué hablo», advirtió sin añadir nombres ni más aportaciones.
De hecho, el dirigente no concretó en qué consistieron estos supuestos contactos ni con quién los realizó, pero aprovechó para desvelarlos justo cinco años después de su huida de España y cuando su caso está en manos de la Justicia europea.
«No he buscado de qué manera pasaría menos años en una cárcel española ni he esperado nunca los beneficios que se aplican a otros. Sobre esta cuestión he sido explícito en público y en privado ante todos los interlocutores que se me han dirigido para proponerme soluciones felices», añadió.
En el texto, el ahora eurodiputado de Junts también aprovechó para cargar abiertamente contra la reforma del delito de sedición, una de las piedras angulares de la agenda de desjudicialización de Esquerra en la mesa de diálogo con el Gobierno. Puigdemont dijo no entender «cuál es el beneficio de la reforma del delito de sedición para la resolución del conflicto político entre España y Cataluña», y aseguró que aún entiende menos que se le incluya a él entre los beneficiados de la reforma.
«Puedo entender los beneficios que tiene para el Estado español que yo aceptara una resolución basada en la reforma del Código Penal, pero los beneficios para el “procés“independentista no los veo por ningún lado».
«No lo busco ni lo quiero, este beneficio personal. Tampoco lo pienso pedir “de rodillas“, como osó advertir un político independentista durante las negociaciones para resolver la crisis de Govern», afirma, antes de puntualizar que estas actitudes demuestran que «no había muchas ganas de resolver nada».
Esta no es la única referencia directa hacia Esquerra, su principal rival político, que Puigdemont hizo en la carta pública de ayer. En esta línea, también reprochó abiertamente al PSOE y a ERC que hablen sobre su situación personal en la mesa de diálogo, algo que dice que le consta que ocurre: «Si no se lo he pedido ni autorizado, ¿por qué razón insisten? ¿Qué buscan?». Y aquí disparó otro dardo: aseguró que «algunos serían felices al verle declarar» ante el Tribunal Supremo y se desvivirían para que fuera indultado a los tres años de condena».
De hecho, Puigdemont desvincula su regreso de la reforma del delito de sedición, como ya avanzó LA RAZÓN, y solo condiciona su vuelta a España a salir victorioso en «la batalla jurídica en Europa». En este sentido, la vista sobre el recurso que el expresidente catalán presentó contra el Parlamento Europeo por retirarle la inmunidad se celebrará el viernes 25 de noviembre en el Tribunal General de la Unión Europea. También está a la espera de qué ocurre con la euroorden de Llarena, en manos del TJUE.
Con la maniobra de ayer vía comunicado, el posconvergente busca protagonismo coincidiendo con la polémica por la reforma del delito de sedición en plena negociación por los Presupuestos. De sus palabras se desprende que quiere dejar claro que Junts no aceptará ningún acuerdo con el Gobierno a diferencia de lo que haga Esquerra. Una forma de distanciarse de los republicanos y marcar perfil propio ante el independentismo más radical. De hecho, el ex president y su entorno son el último reducto a favor de recuperar la vía unilateral, un desafío que agoniza cinco años después del estallido del «procés».
Él mismo lo reclamó el pasado 27 de octubre –también cinco años después de la DUI– en un mensaje repleto de reproches hacia el partido de Aragonès por su estrategia negociadora.
«Seguro que Pedro Sánchez sabe de qué hablo», asegura el expresident sobre esos contactos